
San Antonio, desde sus inicios como puerto moderno de Chile ha estado muy ligado al fomento de las actividades marítimas y pesqueras. Fue así como en los primeros años del siglo XX ya destacaba como un potencial punto de desarrollo para la Zona Central del país.
Poco a poco y de acuerdo a las nuevas implementaciones tecnológicas que se hicieron, el terminal marítimo logró una solvencia que alcanzó a toda la ciudad. Por su parte la pesca artesanal no quedó atrás y por muchos años fue la actividad productiva que permitió a cientos de familias de nuestra ciudad, brindar un pasar relativamente cómodo.
Si bien hubo momentos de evidente prosperidad, las vacas flacas no aminoraron el ímpetu de estos hombres que se podían pasar semanas sin retornar a su hogar, porque no había tiempo que perder cuando el mar les daba una “ayudita”.
Hoy sin embargo, quedó atrás el boom de la pescada, del congrio y el jurel de los años sesenta. Y para qué hablar de la albacora de los ochenta que catapultó a la pesca como una alternativa a la falta de empleo de jóvenes y adultos que soñaban con una vida sin sobresaltos.
No obstante, la actividad pesquera no ha estado exenta de hechos que le infunden un matiz mucho más rico y potente que el ser un área de desarrollo, ya que son muchos los hechos que por años han sido mudos testigos de las travesías a bordo de una embarcación de no más de 12 tripulantes que se enfrentan a las tortuosas y sinuosas vicisitudes de alta mar.
Dentro de éstas se cuentan cómo no, los hechos sin explicación, sin lógica científica, sin asidero de la realidad y sin espacios dentro de un imaginario que ha recorrido miles y miles de kilómetros de agua salada.
Muy por el contrario de lo que se pudiera pensar, aquellas leyendas y mitos de sirenas, animales acuáticos, monstruos marinos o siluetas a la luz de la luna no dejan de ser suposiciones que por lo menos entre nuestra gente de mar no les ha toca experimentar.
Eso sí, embarcaciones fantasmas como el galeón del siglo XV que divisó Manuel Jesús Flores cuando sólo era un niño y las apariciones y desapariciones de otras frente a sus propios ojos no han dejado indiferente a este pescador que por más de 40 años ha sabido lo que es respetar el fondo marino.
A diferencia de lo que muchos pudieran considerar como una escena típica de mar, los osnis (objetos submarinos no identificados) no abundan por las aguas de nuestra provincia, pues al parecer son sus símiles aéreos quienes se han presentado en más ocasiones ante la estupefacta mirada de los hombres de mar.
El propio Manuel Flores hace dos décadas atrás y mientras tripulaba “Las Tres Nietas”, fue testigo de una potente luz que iluminó la embarcación en la que se encontraba a eso de las dos de la madrugada.
Fue tal la potencia del haz de luminosidad que incluso llegó a pensar que estaba soñando y que ya era de día. Por lo avanzado de la noche y preso del pánico, don Manuel y sus compañeros de ruta no se atrevieron a asomarse y ver de qué tipo de objeto de se trataba.
Similar situación nos relató Raúl Hernández, a quien en 1996 y mientras se dirigía en “El Delfín” hacia Talcahuano, otra luz se posó en el lanchón y los dejó pasmados a todos quienes permanecían allí.
Él mismo señala en todo caso que no podría asegurar que era un objeto volador o submarino no identificado, ya que no se atrevió a salir y no vio nada, aunque da fe de que la luminosidad los inundó frente a las costas de Santo Domingo.
Para los más escépticos, quienes les ha tocado vivir una experiencia como ésta se defienden aduciendo que cada vez que una luz se ha posado por sobre sus lanchas, los instrumentos de búsqueda, comunicación y orientación se han detenido sin explicación alguna.
Asimismo, cuando sólo la luz de la luna los acompaña y el fenómeno ha pasado, la embarcación se encuentra a cientos de millas desde el lugar exacto donde estaban antes del hecho.
MISTERIOSAS APARICIONES Y HECHOS PARANORMALES
Para ser pescador o marino hay que tener una fortaleza única y un coraje especial para hacer frente a los fenómenos que se producen a cientos o a veces miles de millas de tierra firme. No obstante entre sus compartimentos y cuartos de máquinas abundan insólitas apariciones espectrales que ha recorrido el mundo.
Esto porque no son escasos los relatos que dan cuenta de apariciones fantasmales de barcos que es posible divisar a simple vista, pero que cuando se trata de dar con ellos, han desaparecido misteriosamente sin dejar rastro alguno.
Poco a poco y de acuerdo a las nuevas implementaciones tecnológicas que se hicieron, el terminal marítimo logró una solvencia que alcanzó a toda la ciudad. Por su parte la pesca artesanal no quedó atrás y por muchos años fue la actividad productiva que permitió a cientos de familias de nuestra ciudad, brindar un pasar relativamente cómodo.
Si bien hubo momentos de evidente prosperidad, las vacas flacas no aminoraron el ímpetu de estos hombres que se podían pasar semanas sin retornar a su hogar, porque no había tiempo que perder cuando el mar les daba una “ayudita”.
Hoy sin embargo, quedó atrás el boom de la pescada, del congrio y el jurel de los años sesenta. Y para qué hablar de la albacora de los ochenta que catapultó a la pesca como una alternativa a la falta de empleo de jóvenes y adultos que soñaban con una vida sin sobresaltos.
No obstante, la actividad pesquera no ha estado exenta de hechos que le infunden un matiz mucho más rico y potente que el ser un área de desarrollo, ya que son muchos los hechos que por años han sido mudos testigos de las travesías a bordo de una embarcación de no más de 12 tripulantes que se enfrentan a las tortuosas y sinuosas vicisitudes de alta mar.
Dentro de éstas se cuentan cómo no, los hechos sin explicación, sin lógica científica, sin asidero de la realidad y sin espacios dentro de un imaginario que ha recorrido miles y miles de kilómetros de agua salada.
Muy por el contrario de lo que se pudiera pensar, aquellas leyendas y mitos de sirenas, animales acuáticos, monstruos marinos o siluetas a la luz de la luna no dejan de ser suposiciones que por lo menos entre nuestra gente de mar no les ha toca experimentar.
Eso sí, embarcaciones fantasmas como el galeón del siglo XV que divisó Manuel Jesús Flores cuando sólo era un niño y las apariciones y desapariciones de otras frente a sus propios ojos no han dejado indiferente a este pescador que por más de 40 años ha sabido lo que es respetar el fondo marino.
A diferencia de lo que muchos pudieran considerar como una escena típica de mar, los osnis (objetos submarinos no identificados) no abundan por las aguas de nuestra provincia, pues al parecer son sus símiles aéreos quienes se han presentado en más ocasiones ante la estupefacta mirada de los hombres de mar.
El propio Manuel Flores hace dos décadas atrás y mientras tripulaba “Las Tres Nietas”, fue testigo de una potente luz que iluminó la embarcación en la que se encontraba a eso de las dos de la madrugada.
Fue tal la potencia del haz de luminosidad que incluso llegó a pensar que estaba soñando y que ya era de día. Por lo avanzado de la noche y preso del pánico, don Manuel y sus compañeros de ruta no se atrevieron a asomarse y ver de qué tipo de objeto de se trataba.
Similar situación nos relató Raúl Hernández, a quien en 1996 y mientras se dirigía en “El Delfín” hacia Talcahuano, otra luz se posó en el lanchón y los dejó pasmados a todos quienes permanecían allí.
Él mismo señala en todo caso que no podría asegurar que era un objeto volador o submarino no identificado, ya que no se atrevió a salir y no vio nada, aunque da fe de que la luminosidad los inundó frente a las costas de Santo Domingo.
Para los más escépticos, quienes les ha tocado vivir una experiencia como ésta se defienden aduciendo que cada vez que una luz se ha posado por sobre sus lanchas, los instrumentos de búsqueda, comunicación y orientación se han detenido sin explicación alguna.
Asimismo, cuando sólo la luz de la luna los acompaña y el fenómeno ha pasado, la embarcación se encuentra a cientos de millas desde el lugar exacto donde estaban antes del hecho.
MISTERIOSAS APARICIONES Y HECHOS PARANORMALES
Para ser pescador o marino hay que tener una fortaleza única y un coraje especial para hacer frente a los fenómenos que se producen a cientos o a veces miles de millas de tierra firme. No obstante entre sus compartimentos y cuartos de máquinas abundan insólitas apariciones espectrales que ha recorrido el mundo.
Esto porque no son escasos los relatos que dan cuenta de apariciones fantasmales de barcos que es posible divisar a simple vista, pero que cuando se trata de dar con ellos, han desaparecido misteriosamente sin dejar rastro alguno.
A continuación enumeraremos los más espeluznantes ejemplos que ha nutrido la historia naviera del mundo.
The USS Hornet: Este buque estadounidense ganó nueve medallas por sus servicios en la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) y después trasladó a los tripulantes de la nave espacial Apollo 11 cuando llegaron a la Tierra.
Testigos afirman haber escuchado misteriosos pasos y voces pesar de no haber nadie a bordo, así como del desvanecimientos de marineros y oficiales con su uniforme que son seguidos de gélidas corrientes en habitaciones completamente cerradas.
Actualmente el USS Hornet es un museo flotante que despierta el interés de miles de turistas alrededor del mundo cada año, pero que esconde secretos aún no develados. Alan McKean, trabajador de la muestra y quien por años no creyó en los sucesos paranormales, manifestó que un día vio a un oficial de marina vestido con un uniforme de principios del siglo XX, al que siguió luego de que éste subiera por la escaleras. Lamentablemente McKean lo perdió y no lo volvió a ver más.
Según datos recolectados por historiadores, durante el servicio activo de este barco, más de 300 personas murieron a bordo de él y sus almas perdidas jamás se han podido desprender de barco militar.
El Holandés Errante: Esta historia es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace, por lo menos, 400 años. Su origen es incierto y guarda gran similitud con otros mitos que únicamente contienen algunas variantes lo que hace pensar que pueda ser incluso anterior a Cristo.
Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacía la travesía a las Indias Orientales, mandado por el capitán Hendrik van der Decken, navegaba desde Amsterdam a la colonia de Batavia, en las Indias Orientales holandesas.
Todo pareció ir bien para Van der Decken y su tripulación mientras navegaron hacia el sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del cabo de Buena Esperanza un repentino temporal rompió las velas y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco zigzagueaba una y otra vez, incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sudeste. Según la leyenda, Van der Fiecken se enfureció cada vez más al ver que ninguna de sus habilidades y conocimientos de navegación le servían para bordear el cabo. No hacía otra cosa que proferir juramentos.
Aprovechando el desesperado ánimo de Van der Decken, el diablo le sugirió en sueños que desafiase el intento del Todopoderoso de impedirle bordear el cabo. Ciego de rabia, el capitán holandés profirió el reto: frenético lanzó el espantoso juramento, Gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad:
The USS Hornet: Este buque estadounidense ganó nueve medallas por sus servicios en la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945) y después trasladó a los tripulantes de la nave espacial Apollo 11 cuando llegaron a la Tierra.
Testigos afirman haber escuchado misteriosos pasos y voces pesar de no haber nadie a bordo, así como del desvanecimientos de marineros y oficiales con su uniforme que son seguidos de gélidas corrientes en habitaciones completamente cerradas.
Actualmente el USS Hornet es un museo flotante que despierta el interés de miles de turistas alrededor del mundo cada año, pero que esconde secretos aún no develados. Alan McKean, trabajador de la muestra y quien por años no creyó en los sucesos paranormales, manifestó que un día vio a un oficial de marina vestido con un uniforme de principios del siglo XX, al que siguió luego de que éste subiera por la escaleras. Lamentablemente McKean lo perdió y no lo volvió a ver más.
Según datos recolectados por historiadores, durante el servicio activo de este barco, más de 300 personas murieron a bordo de él y sus almas perdidas jamás se han podido desprender de barco militar.
El Holandés Errante: Esta historia es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace, por lo menos, 400 años. Su origen es incierto y guarda gran similitud con otros mitos que únicamente contienen algunas variantes lo que hace pensar que pueda ser incluso anterior a Cristo.
Lejanos antecedentes demuestran que en 1680 un barco holandés que hacía la travesía a las Indias Orientales, mandado por el capitán Hendrik van der Decken, navegaba desde Amsterdam a la colonia de Batavia, en las Indias Orientales holandesas.
Todo pareció ir bien para Van der Decken y su tripulación mientras navegaron hacia el sur por los soleados mares tropicales, pero cerca del cabo de Buena Esperanza un repentino temporal rompió las velas y destrozó el timón. Conforme pasaron los días y las semanas, el barco zigzagueaba una y otra vez, incapaz de avanzar frente al viento que soplaba en dirección sudeste. Según la leyenda, Van der Fiecken se enfureció cada vez más al ver que ninguna de sus habilidades y conocimientos de navegación le servían para bordear el cabo. No hacía otra cosa que proferir juramentos.
Aprovechando el desesperado ánimo de Van der Decken, el diablo le sugirió en sueños que desafiase el intento del Todopoderoso de impedirle bordear el cabo. Ciego de rabia, el capitán holandés profirió el reto: frenético lanzó el espantoso juramento, Gritando potentemente sobre el estruendo de la tempestad:
«Desafío al poder de Dios a detener el curso de mi destino y mi resuelta carrera. Ni el mismo diablo despertará mi temor. Aunque tenga que surcar los mares basta el día del juicio».
No se sabe quién citó por primera vez las palabras del capitán. Pero el castigo llegó rápidamente, cuando el Ángel del Señor ordenó que Van der Decken errase para siempre por los mares «hasta que las trompetas de Dios rasgasen los cielos».
El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Van der Decken ha de proseguir su vigilia hasta el día del Juicio Final y seria condenado a vagar eternamente no dejando descansar su alma.
Van der Decken y su barco no llegaron nunca a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco. Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma tendrá mala suerte.
Rescate en el mar: En 1895 Joshua Slocum, el primer hombre en dar la vuelta al mundo navegando solo, afirmó haber sido rescatado por un fantasma del siglo XVI. Todo ocurrió durante una feroz tormenta en las Islas Azores, el marinero americano se desmayó.
Cuando despertó, Slocum vio al timón de su barco a un marinero que decía que él era el timonel de la Pinta, una de las tres carabelas que acompañó a Cristóbal Colón en su expedición que descubrió América en 1492. Podría pensarse que todo fue una alucinación, pero el barco había permanecido en su rumbo exacto y a través de la tormenta durante más de noventa millas, lo que equivale a 144 kilómetros.
El Caleuche: Nuestro país no ha quedado al margen de embarcaciones que pululan entre la espesa niebla de alta mar, pues en la isla de Chiloé, al sur de Chile, una de las leyendas más impactantes y que se mantiene vívida aún es la del Caleuche.
Este barco fantasma habría sido tripulado por piratas en el siglo XVI y debido a fechorías cometidas al asaltar a otras embarcaciones y hacerlas naufragar, el destino los habría hecho perderse frente a las costas chilotas para después hundirse con todos los tesoros robados.
Es así como hoy en día son varios quien eluden toparse con el Caleuche y su tripulación ya que al momento de mirarlo de frente, cuenta el mito que la persona tendrá una horrorosa muerte.
En cambio, hay algunos que pueden tener un poco más de suerte y son ayudados por este buque espectral. Prueba de ello es que los “elegidos” son llevados hasta el fondo marino y se les muestra las abundantes riquezas, para luego disfrutarlas en tierra.
Eso sí, la condición es que no revelen jamás el secreto, porque de lo contrario vendrán los brujos del Caleuche y se lo llevarán con ellos para siempre.
El barco acabaría hundiéndose y la tripulación moriría, pero Van der Decken ha de proseguir su vigilia hasta el día del Juicio Final y seria condenado a vagar eternamente no dejando descansar su alma.
Van der Decken y su barco no llegaron nunca a Batavia. Desde 1680 son innumerables las gentes que han visto su barco. Se dice que cualquier buque que aviste al barco fantasma tendrá mala suerte.
Rescate en el mar: En 1895 Joshua Slocum, el primer hombre en dar la vuelta al mundo navegando solo, afirmó haber sido rescatado por un fantasma del siglo XVI. Todo ocurrió durante una feroz tormenta en las Islas Azores, el marinero americano se desmayó.
Cuando despertó, Slocum vio al timón de su barco a un marinero que decía que él era el timonel de la Pinta, una de las tres carabelas que acompañó a Cristóbal Colón en su expedición que descubrió América en 1492. Podría pensarse que todo fue una alucinación, pero el barco había permanecido en su rumbo exacto y a través de la tormenta durante más de noventa millas, lo que equivale a 144 kilómetros.
El Caleuche: Nuestro país no ha quedado al margen de embarcaciones que pululan entre la espesa niebla de alta mar, pues en la isla de Chiloé, al sur de Chile, una de las leyendas más impactantes y que se mantiene vívida aún es la del Caleuche.
Este barco fantasma habría sido tripulado por piratas en el siglo XVI y debido a fechorías cometidas al asaltar a otras embarcaciones y hacerlas naufragar, el destino los habría hecho perderse frente a las costas chilotas para después hundirse con todos los tesoros robados.
Es así como hoy en día son varios quien eluden toparse con el Caleuche y su tripulación ya que al momento de mirarlo de frente, cuenta el mito que la persona tendrá una horrorosa muerte.
En cambio, hay algunos que pueden tener un poco más de suerte y son ayudados por este buque espectral. Prueba de ello es que los “elegidos” son llevados hasta el fondo marino y se les muestra las abundantes riquezas, para luego disfrutarlas en tierra.
Eso sí, la condición es que no revelen jamás el secreto, porque de lo contrario vendrán los brujos del Caleuche y se lo llevarán con ellos para siempre.
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