viernes, 22 de agosto de 2008

Máquinas de entretención: Mi dulce condena

La mañana está helada y apenas asoman los rayos del sol. Son las 10 y comienza la cuenta regresiva para ir hasta el negocio más cercano y comprar los alimentos que permitirán servir en un par de horas más el almuerzo. Dentro de esa rutina, que no implica más de 50 pasos, Victoria García, una dueña de casa del sector de Las Compañías en La Serena, tiene una disyuntiva.
Sólo lleva tres mil pesos para comprar dos zanahorias, cuatro huevos y una bebida. El dinero le alcanza, pero hay una inquietud en su mente, ya que hace poco más de cuatro meses que cada vez que va al almacén de la esquina de su casa, echa un par de monedas en un juego en el que debe hacer coincidir su apuesta por una bandera con la que finalmente sale en la imagen de la máquina.
“A veces he llegado a ganar más de 3 mil pesos, los que me sirven para parar la olla”, dice convencida advirtiendo que los días de suerte existen. No obstante, no pasa ni medio segundo cuando sincera, también, que ha llegado a perder todo el vuelto que le ha entregado el dependiente de local donde compró.
Si bien Victoria no lleva tanto tiempo en este círculo de apuestas, desde el año 2005 que las autoridades de la región le vienen haciendo la guerra a este tipo de aparatos que implican, por lo bajo, una evasión tributaria.
Así por lo menos lo dejó en claro el entonces intendente Felipe del Río, quien en un oficio enviado a los altos mandos de Carabineros e Investigaciones, además de los alcaldes de las 15 comunas, estableció que no estaba dispuesto a cederle terreno a este tipo de máquinas que entregan dinero fácil.
La razón radicó en que se trataba de un juego de azar no autorizado legalmente y donde se recaudan sumas importantes de dinero en beneficio propio de los gestores del negocio. Hace tres años, el país había contabilizado más de 10 mil máquinas de apuestas, de las cuales el 4% se encontraba en la región.
No obstante, los esfuerzos no han dado los resultados esperados porque existen aún lugares en la región donde este negocio es un ingreso extra que tienen los pequeños comerciantes. Jessica, que atiende el almacén Anita en Pan de Azúcar, no deja de sorprenderse por la cantidad de personas que se daban cita sagradamente en el lugar cuando llegó el único pintball del sector.
“Acá venían grandes y chicos. Mujeres y hombres. No había distingo de edad, pues para muchos representaba una buena oportunidad de divertirse y, mejor aún, ganar un poco de dinero”, señaló.
A pesar que hoy estén lejos del récord de 30 personas que tuvo dentro del negocio, no falta quien echa una moneda de 100 pesos mientras espera la micro que lo lleva hasta Coquimbo o La Serena. “Ha bajado la concurrencia, pero siempre se aparece alguien”.
Dentro de las anécdotas, cuenta que una vez que una vecina, de quien no desea dar a conocer su identidad, puso la “millonaria” moneda de 100. “Después de haber estado inspirada se fue con 2 mil pesos para su casa. Estaba feliz”.
Esa suerte, en todo caso, es esquiva para muchos, ya que la gran mayoría no logra siquiera recuperar lo apostado. Por ejemplo, Victoria una vez no se dio cuenta de que había ingresado cerca de mil pesos en el juego de las banderas. “Era el vuelto de una compra y no había ganado nada. Tuve que decirle a mi marido que se me había perdido en el camino”, recuerda.
Quienes llevan más tiempo imbuidos en el sistema de apuestas, dicen que hay que saber “tratar” a la máquina. Julio de 8 años, hijo de Victoria, indicó que después de tres juegos es fijo que uno gana, por lo que hay que esperar el momento adecuado. ¿No habrá arreglo en el juego, entonces?
Los dependientes de locales se apresuran a negarlo, porque los distribuidores les entregan con un código de seguridad que no debiese alterarse. Sin embargo, entre los avezados e innatos jugadores, existe la suspicacia.
Mal que mal, un estudio realizado en la Región Metropolitana demostró que en sectores de clase media la pérdida por jugar en este tipo de equipos puede llegar a ser el 10% de un sueldo mínimo, es decir, casi 15 mil pesos diarios. “Yo nunca he perdido tanto”, precisa Victoria.

LA LABOR MUNICIPAL
El conocido dicho “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, cobra relevancia al momento de darse cuenta que un miembro de la familia ha estado yendo a estos centros de juegos que se encuentran regularmente en los negocios de sectores populares. Es así como en la Sección de Partes de la Municipalidad de La Serena, no han sido pocas las ocasiones donde han llegado ofuscados jefes de hogar, quienes increpan al personal de la repartición por entregar patentes y permiso a aquellos negocios que lucran con estos juegos.
El jefe de esta entidad, Luis Lara, es claro en señalar que cualquier juego que implique premios en dinero es absolutamente ilegal. “Nosotros los consideramos como máquinas de azar, por lo que sólo deben estar en los casinos y no en los sectores residenciales”, acotó.
En todo caso, la lucha para erradicar este tipo de artefactos no ha sido fácil, toda vez que representan importantes ingresos para un comerciante menor. Los valores actuales con los que se cotizan en el mercado varían entre los 124 mil y los 250 mil pesos. Si uno supone que diariamente se obtienen recursos de 20 mil pesos promedio, en menos de un año, la inversión ya está recuperada.
Ello ha llevado a los comerciantes a llevar a la justicia a los municipios, pues les están matando la gallina de los huevos de oro. Es así como desde el 2004, cuando aparecieron masivamente en el país, han sido cinco los procesos que ha debido enfrentar la Municipalidad de La Serena, de los cuales han ganado todos. “La clave está en que los demandantes no han podido demostrar que no es un juego de azar y por ende, ilegal”, manifestó Luis Lara.
Eso sí, en caso de que en alguna oportunidad se sentara jurisprudencia en algún tribunal, el jefe de Patentes no dudó en asegurar que se le extenderá el permiso al titular como corresponde.
En Coquimbo, la situación no es tan disímil, pues el año pasado este mismo conflicto se dirimió en tribunales, dándole otra vez la razón a la corporación edilicia.
Actualmente en la ciudad puerto existen 210 locales que congregan 800 de estos juegos. Pero sin dudas, el sector donde mayormente han proliferado es en Tierras Blancas con 45, Sindempart con 28, Tongoy con 16, San Juan con 13, Punta Mira con 13 y Pan de Azúcar con 12.

MANO DURA
Durante tres temporadas (2004, 2005 y 2006) se cursaron en La Serena 109 infracciones por disponer de este tipo de aparatos. No obstante, en los últimos dos años ha existido un descenso de más de un 60%, ya que en 2007 fueron 41 las faltas reportadas y en lo que va del 2008 sólo se contemplan 9. “Acá ha habido un buen plan de prevención y fiscalización en la que se ha tratado de erradicar este tipo de juegos”, señaló Luis Lara, quien reconoce que La Serena está un poco mejor que el resto de las comunas de la región.
En Coquimbo ha costado un poco más hacer patente una postura más férrea ante el tema, pero pronto habrá novedades. Esto porque se tiene contemplado en el seno del Concejo Municipal redactar una ordenanza prohibiendo las máquinas de apuesta.
Mientras tanto, en Las Compañías, la jornada terminó bien para Victoria quien ganó 800 pesos, luego de haber apostado 400. “Más que ganar plata, me entretengo. Sé que es un vicio, pero me gusta”, estipuló mientras se apresura a entrar su casa porque se acerca la hora del almuerzo, contando los minutos para volver a encontrarse con su grupo de juego que reúne a otras cinco dueñas de casa, quienes están lejos de incomodarle estas “cajas malditas”.

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