martes, 3 de marzo de 2009

El brillo Rapa Nui en San Juan


Desde muy temprano y saltándose la tradicional siesta que paraliza la provincia argentina de San Juan después de la hora de almuerzo, fueron muchos los improvisados “maestros” que afinaban los últimos detalles de sus respectivos carros alegóricos que darían vida al Carrusel de Sol, desfile artístico - cultural que vuelca a la ciudadanía a las calles para conocer el trabajo de los distintos municipios.
Pero esta vez era especial, ya que no sólo se implementó una composición musical especial para cada una de las delegaciones de los 19 municipios invitados, sino que la integración mostró su mejor cara.
Y qué mejor que hacerlo con las tres comunidades chilenas residentes en la provincia del eterno sol y las altas montañas. La intención era decir presente y en cada una de las doce cuadras que se recorrió, los imponentes moais y la bandera nacional cuidando la retaguardia, fueron una señal evidente de que esta fiesta sería inolvidable y marcaría un precedente.
Pero para lograr ese reconocimiento por parte de los sanjuaninos hubo que trabajar duro y desde por lo menos cinco meses. Fue así como desde octubre se destinaron largas jornadas para ver dónde conseguirían el financiamiento, pues una estructura como ésta no es barata. Prueba de ello es que tuvo un costo de 15 mil pesos argentinos ($2.670.000).
Por esta razón es que la colaboración del municipio de Chimbas, ubicada al norte de la capital provincial más el aporte de Salamanca, en Chile, permitieron poner en marcha el plan de construcción.

UNO PARA TODOS Y TODOS PARA UNO
Si bien la comunidad chilena residente alcanza las mil personas, su distribución se hace a través de tres centros: Arturo Prat, Gabriela Mistral e Icachi (Instituto Cultural Argentino – Chileno). Fue el primero de ellos quien representó formalmente a nuestro país, aunque hubo colaboración por parte de todas las entidades.
La delegación nacional fue la penúltima en iniciar la travesía desde la intersección de las calles Mendoza en la plaza de Armas y José Ignacio de la Roza hasta la arteria Juez Ramón Díaz. Eso sí, antes de emprender la marcha se tuvo que solucionar la rotura del eje del carruaje que gracias a la acción de la misma grúa facilitada por el municipio de Chimbas que tiraba el corso, el incidente sólo quedó en anécdota.
La reina, Ayelén Araya, y quien es hija de chilenos residentes, en todo momento agitó sus brazos y saludó a la gente que, ordenadamente ubicada en las veredas, disfrutó con el desfile. Los más de 100 mil sanjuaninos que estuvieron presentes en la cita le devolvieron el saludo con vítores y aplausos.
Pero en esta historia hay alguien que tuvo un rol esencial en la idea de participar por primera vez en esta tradicional fiesta. Rosa Araya es oriunda de Salamanca y desde 1976 que cruzó la frontera y se instaló en Chimbas. Allí conoció a su marido Hugo Riveros con quien hoy tiene tres hijas, quienes estuvieron en todo momento ayudando en la coordinación.
“Como esta fiesta habla de tesoros y dones, se eligió la cultura de Isla de Pascua”, sentenció el marido de Rosa, Hugo Riveros, quien con sus manos llenas de grasa de auto, demostraba que hasta último momento se cuidaba que todo saliera como se esperaba.
Rosa, por su parte, explicó que los moais hacían un viaje imaginario donde el tesoro es la cultura milenaria de estas estatuas y el sol el don natural. Y así lo notaron los trasandinos, ya que su vista en más de una ocasión se dirigió hasta estas estatuas que quedaron inmortalizadas en sus cámaras fotográficas.

DE SALAMANCA CON CARIÑO
Analizando el trabajo elaborado de varios de los 19 corsos que desfilaron por las calles céntricas de San Juan y entre los que destacaron Pocito, 9 de Julio, Jáchal y otros, se hizo notar el trabajo acucioso y las largas horas de dedicación exclusiva. Es así como la uva, la soya y el maíz se repitieron en cada una de las delegaciones. Por ende nuestros representantes no querían ser menos.
Aprovechando sus orígenes salamanquinos y sus periódicas visitas a la tierra de los brujos, Rosa Araya se puso en contacto con el jefe comunal, Gerardo Rojas, de manera de ver la factibilidad de coordinar esfuerzos. Fue así como el grupo de bailes pascuenses, Admapu, compuesto por 23 niños y dirigido por el profesor Luis Neira, acompañó el carruaje y se convirtieron en los preferidos por los flashes sanjuaninos.
Fueron veinte minutos inolvidables donde Chile y particularmente nuestra región, tuvieron su instante de gloria y reconocimiento. Porque la historia la forjan unos pocos, los cerca de 30 representantes de las comunidades residentes hicieron patria.
Al final de la calle Juez Ramón Díaz, las hijas del matrimonio Riveros Araya abrazaron a su madre que esperaba en el palco y una emoción que llegó a las lágrimas dejó constancia de la tarea cumplida.

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