martes, 9 de diciembre de 2008

El aperitivo de caleta San Pedro


A inicios de la década del sesenta, Edmundo Cortés y Juanita Villegas se conocieron trabajando en el sector de Punta de Choros en La Higuera. El primero lo hacía cultivando sus áreas de manejo y zarpando de vez en cuando hacia altamar cuando faltaba el pescado para vender o simplemente cuando le pedían el favorcito. Doña Juanita en tanto, ayudaba en la recolección de especies para después distribuirlas en los precarios sitios de venta que por esos años capeaban la gélida brisa del amanecer y las bajas temperaturas de la noche.
Por años se desplazaban cerca de 40 minutos diarios para llegar hasta sus puestos de trabajo en antiguas camionetas Ford o bien en las micros que esperaban media hora antes, ya que ninguno de los dos vivía en la comuna límite con la Región de Atacama. Todo era por el mar y por ganarse unos pesitos para alimentar a su familia.
Tal como ellos, que residían un atracadero con muchas falencias y casi desconectados de la capital regional, la única manera de obtener ingresos era desplazándose a Coquimbo o La Higuera.
No obstante, poco a poco la llegada de nuevos pescadores a esos lugares, les fue restando protagonismo y por ende, productividad. Era el momento de tomar decisiones. Uno de esos días de principios de los setenta El Chatito Cortés como le decían a don Edmundo, se introdujo a las aguas que bañaban las costas de caleta San Pedro, localidad distante a 15 kilómetros al norte de La Serena y ahí se dio cuenta de lo que se estaba perdiendo. Tenía ante sus ojos una oportunidad única: Bancos naturales de machas.
“Somos el único lugar de Chile y posiblemente del mundo que logramos sacar una tonelada de machas en un mes”, rememora el presidente de la Asociación de Pescadores de Caleta San Pedro, Franklin Zepeda.
Lo cierto es que tal como don Edmundo, el correo de las brujas se encargó de divulgar el potencial marino que tenían. Desde esa época la caleta experimentaría un espiral de crecimiento que se ha visto interrumpido por postergaciones y olvidos políticos.
Doña Juanita, que por esos días se encargaba de criar a sus hijas, también dejó de lado Punta de Choros para quedar cerca de su casa.

LOS PRIMEROS PASOS.
Los hijos del Chatito y doña Juanita crecieron imbuidos del negocio de mar. Nolvia y María Cortés durante su juventud se instalaron en la plaza del sector con endebles y desteñidos toldos sacados de su hogar para comercializar lo que los abnegados hombres de mar extraían desde las costas.
“Nos costó, empezamos con muy poquito, pero en esa época nos alcanzaba y éramos felices”, recuerda Nolvia, quien no puede ocultar su satisfacción por haber pertenecido a una familia ligada siempre a la actividad pesquera. María, de igual forma, tuvo que acostumbrarse a acompañar todos los días a su hermana. Más tarde le siguieron sus hijas, María Fernanda y Karen, además de su prima Paola.
Mientras tanto, la regalona de doña Juanita, Dina, dejó las muñecas de lado para ayudar a su mamá cada vez que los avezados pescadores gritaban con sus pulmones llenos de energía que les ayudaran a vender los varios kilos de machas y locos que por ese tiempo se expendían sin problemas.
Pero ese reconfortante aliento productivo se vio empañado por años oscuros para el país. Se llegaba a una época donde el mutismo era la mejor compañera. Muchos callaron. Otros lo hicieron para siempre.
Esa mesura tediosa y extensa los hizo perder terreno. Las viejas casas ya no resistían los crudos inviernos, las embarcaciones poco a poco cedían a los roces con las rocas, los trajes ya comenzaban a rasgarse y los ánimos ya se encontraban por los suelos. Pero nadie los escuchaba.
Con el retorno a la democracia no hubo un cambio significativo, aunque poco a poco se comenzó a recuperar la voz y tratar de hacer un llamado de atención. No podía seguir en el olvido ni menos ser el patio trasero de una ciudad boyante como La Serena. No fueron pocos quienes pensaron en ir nuevamente a buscar opciones a La Higuera, pero las fuerzas ya no daban. Habían pasado casi treinta años y estaban todas más viejas.

PALABRA DE MUJER
Con una actividad pesquera reducida al máximo -porque sin recursos no fue mucho lo que pudieron hacer los hombres de mar, toda vez que no hubo apoyo científico ni financiero- fueron las mujeres de Caleta San Pedro quienes dijeron basta. Catalina Pérez, quien tomó el control de la junta de vecinos se propuso devolver el carisma a esta zona olvidada. No le fue fácil, porque en invierno eran muchos quienes, para no embarrarse los pies, preferían excusarse de participar en las reuniones. Costó y mucho.
Pero el tesón de esta dirigenta, fue más fuerte de la desidia y la indiferencia. Fue de a poco integrando a más y más personas, especialmente dueñas de casas y emprendedoras. Paralelamente la hija de doña Juanita, Dina Duarte, inauguró una agrupación cultural llamada “Jardín del Mar”.
A los meses después Nolvia y María, las retoñas del Chatito Cortés, no quedaron fuera de este frente que hacía presión para cambiar los antiguos toldos de la plaza, por un lugar que les diera la certeza de atender de la mejor manera a sus clientes.
Por esos años, el querido Chatito dejó este mundo, dejando un vacío tremendo en la familia Cortés. “Sé que ahora me está acompañando y apoyando desde el cielo”, recuerda con emoción Nolvia, quien no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran al recordar a su “papito”.
Al conseguir una presencia de más de cien personas, Catalina Pérez, contaba con el respaldo para ir hasta la municipalidad con el fin de tocar puertas para que los ojos políticos nuevamente se posaran sobre la caleta.
Tras algunas negociaciones con la Secretaría Comunal de Planificación y la Dirección de Desarrollo Comunitario, se comenzaron a ver los primeros frutos. Uno de ellos fue la pavimentación de las arterias principales. La alegría y la esperanza volvían como nuevos cardúmenes que llegan hasta la red.
Pero el comienzo de las faenas por parte de Serviu implicó que los puestos de venta de productos del mar tuvieran que salir. Un dejo de incertidumbre se apoderó de las más de 29 emprendedoras que allí laboraban.

EL PASO FINAL
La municipalidad liderada por el alcalde Raúl Saldívar, buscó no dejar sin espacio a las mujeres, por lo que consensuó un acuerdo estratégico con la inmobiliaria Serena Golf, mediante la cual esta última se comprometía a construir un moderno centro gastronómico.
Fue así como con una inversión de $120 millones se dio vida a una estructura de 232 m2 con una vista espectacular al océano. “La Recova del Mar” era el sueño que el Chatito Cortés y doña Juanita habían anhelado por años.
Las hijas de ambos emblemas vivientes de Caleta San Pedro postularon a uno de los diez puestos que se arrendaron. Nolvia y María se quedaron con uno y Dina con otro. El sueño se había concretado.
Durante la inauguración, del centro gastronómico, Dina Duarte sólo tuvo palabras de elogios para su gran tesoro: Su madre, la que sólo se asomaba por la ventanilla de vidrio entre medio de aceites, quesos, mariscos y masas. Ella, tal como siempre, esperaba deleitar a los comensales con una de sus especialidades: Empanadas fritas.
Y es que lo más probables es que el puesto 2 “Doña Juanita”, se llene de historias una vez que la jornada concluya, porque las cocineras noveles están ávidas de aprender de ella y de su trayectoria.
Nolvia y María también se encuentran contentas porque su puesto si bien es el último, marca la diferencia con su nombre: “El Chatito Cortés”, evidentemente en memoria de un hombre que luchó por años con las frías madrugadas y las solitarias jornadas en su área de manejo.
Cuando ya se ha quedado solo el lugar, Dina y doña Juanita se van juntas a su hogar esperando descansar para volver con más fuerza “Queremos que venga mucha gente, pero para ello debemos prestar un buen servicio”, reitera Dina.
Nolvia y María, no dejan de mirar el cartel del local y es que en ese fondo marino que se funde con unas letras cafés que rememoran el apodo de su querido viejito, ven el rostro de su padre, aquel que las llevó a conocer el mar, a respetarlo, a quererlo y a trabajarlo. Por lo menos el Chatito sabe que sus niñas lo recordarán a diario, tal como él lo hacía cada vez que salía de madrugada.

EL RENACER
Durante los últimos años, los estamentos públicos han invertido casi US$2 millones en la Caleta San Pedro. Es así como el próximo año el 100% de las calles contará con pavimento mediante una entrega de casi $300 millones gracias a la participación participativa. El camino de ingreso a la caleta ya fue restaurado por el Serviu por un costo de $546 millones y donde destacan 13.113 metros de calzadas, 3.729 de soleras, 3.424 de veredas y dos obras de evacuación de aguas lluvia. A ello se debe sumar el aporte de la empresa privada donde el rubro inmobiliario es el más relevante. “La Caleta San Pedro ahora está integrada y ya no es el patio trasero de La Serena. El sector se ha reactivado, siendo muy atractivo en términos de áreas de manejo, primera y segunda vivienda y un potencial turístico único”, indicó el alcalde (s) de la comuna, José Manuel Peralta.

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