martes, 9 de diciembre de 2008

Pan de Azúcar: El paraíso de los caracoles


Si bien Hugo Guevara terminó exitosamente su carrera de Psicología en la Universidad del Mar, acuñaba un gusto implícito por las labores agrícolas, las que siguió de cerca cuando niño, aunque con el pasar de los años las dejó de lado para dedicarse plenamente a sus estudios de educación superior. No obstante, las vueltas del destino le tenían preparada una grata sorpresa.
Junto a sus padres y su familia -conformada por sus dos hijas y su esposa- dejaron atrás cientos de metros cuadrados de cemento, casas prefabricadas y la cercanía con los grandes centros comerciales para instalarse en un bonito predio de Pan de Azúcar donde la tranquilidad hacía gala entre enormes cerros. Allí comenzaba la mejor de las etapas de su vida.
Al poco tiempo de haber llegado a este lugar que se caracteriza por estar rodeado de una gran cantidad de especies verdes, arbustos y distintos tipos de árboles, nuevamente el switch de la agricultura hizo conexión en su cerebro, por lo que no pudo evitar plantar una que otra lechuga y un par de cebollines. Ciertamente que esta oportunidad le daba un respiro a su vida laboral.
Poco a poco fue aumentando el huerto y llegó a tener una considerable cantidad de vegetales. No obstante, y tras observar detenidamente por algunos días, se dio cuenta que cada mañana aparecían las hojas picoteadas y con caracoles encima. Creyó que era casualidad.
Eso sí, y con el correr de los días, el panorama se fue complicando toda vez que ya no eran dos o tres caracoles, sino que cientos. Su pasatiempo, el que había anhelado por años, no podía verse empañado por tan insignificante especie.
Cada amanecer se levantaba un poco antes de lo habitual para matar uno a uno a estos “invitados de piedra”, aunque sus fuerzas no le eran suficientes para luchar contra la plaga. Recurrió a internet para ver métodos de exterminio masivos y más efectivos.

LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO
Grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que tenía en el mismo patio de su casa una oportunidad única de ganar dinero extra. Esto, porque si bien encontró buenos sistemas de control de plagas, al mismo tiempo corroboró que el mercado emergente que representaban estos ejemplares, los que son ampliamente consumidos en Europa. “Los comen más que la carne de vacuno, incluso”, precisa.
Raudamente se fue a Santiago a conocer los detalles de cómo exportar y así sacar provecho de la cantidad que alcanzaba los miles en su huerto de lechugas. El espíritu emprendedor heredado de su padre, el microempresario Héctor Guevara, se hacía notar más fuerte que nunca. Tal fue su entusiasmo que retornó a la región y de inmediato se puso a hacer jaulas, las que resultaron totalmente efectivas para la crianza de estas especies. Pero Hugo quería más.
Por esta razón se dispuso a tocar todas las puertas de los distintos servicios públicos de apoyo a la inversión y el fomento. Al principio no le fue muy bien ya que el desconocimiento por esta actividad fue el principal escollo que debió sortear. Lejos de rendirse siguió intentado. Y tal como dice la conocida máxima, tanto fue el cántaro a agua que una entidad lo acogió.

UN AMIGO EN EL CAMINO
Durante mediados de 2007, Hugo Guevara, dio con el mejor de los respaldos, ya que por esos días se encontraba abierta la postulación al Capital Semilla que promueve el Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec). Dentro de la línea en la que deseaba ser beneficiado habían más de 500 postulantes, de los que finalmente se seleccionaría a bastante menos. Había luchado tanto por sus caracoles que esta no sería la ocasión de rendirse.
El mismo Hugo reconoce que no entendía mucho del plan de negocios, pues su formación humanista y social de psicólogo distaba mucho de una estrategia comercial. Para nivelar el proceso, Sercotec le entregó una capacitación, la que le permitió idear una buena propuesta.
Prueba de ello es que quedó entre los 80 preseleccionados. “Visitaron mi huerto, el que no era muy grande, ya que sólo tenía dos jaulas, pero les interesó mi plan de negocios y las perspectivas que éste tenía”, recuerda Guevara, quien más tarde fue informado de que había sido elegido dentro de los ganadores del capital semilla, adjudicándose $5 millones.
El ex director regional de la entidad, Eduardo Santander, recuerda muy bien los pasos que siguió este emprendedor de Pan de Azúcar. Dentro de las claves que descubrió el organismo hubo tres tópicos. “Primero que todo la capacidad del emprendedor fue decisiva, ya que tenía inversión anterior y estaba convencido de lo que quería. Segundo, apuntaba a mercados atractivos con nichos interesantes, lo que permite que el negocio sea rentable en el largo plazo. Y por último la innovación, debido a que su apuesta no se da en la región y salía de lo tradicional”, asevera Santander.
Con el dinero en su poder logró cubrir la mano de obra y comenzó a comprar, paradójicamente a lo que pensaba hace algunos meses, más caracoles. La gallina de los huevos de oro comenzaba a sacarle más de una sonrisa.

LLAMADA DE LARGA DISTANCIA
“Lo primero que hice fue ir a la oficina de ProChile para obtener una base de datos de empresas extranjeras que compraran caracoles”, rememora Guevara. Después, no tuvo problemas en esperar hasta las tres de la madrugada para llamar a España con la intención de interiorizarse del negocio. Sin embargo, sus ganas fueron frenadas por una voz al otro lado de la línea que pedía facturas y comprobante de ventas. Nuevamente se sintió apesadumbrado, pero no derrotado.
En vista de que era imposible concretar un trato desde Chile, puso sus esfuerzos a través de una distribuidora más grande. Así llegó hasta la empresa El Manzanito, la más grande e importante de nuestro país en la materia.
“Había visto un reportaje en la televisión, por lo que les mandé un correo electrónico ofreciéndole mis caracoles”, dice. Tras la aceptación de la compañía, con los recursos del capital semilla contrató a 15 dueñas de casa del sector, aunque poco a poco se dio cuenta de que se estaba quedando estrecho en los envíos. “Puse avisos en los diarios y las radios para comprar caracoles”, especifica este microempresario que no supera los 30 años.
Entre octubre del 2007 y enero de este año, Guevara mandó nada menos que 25 toneladas a El Manzanito. Pero sabía que no estaba logrando su objetivo.

LA HORA DE INDEPENDIZARSE
A pesar de que la firma de caracoles afincada en Buin (Región Metropolitana) le permitió rentabilizar su producción, Guevara sabía que podía hacer mejores tratos. Debido a esto, contactó también de madrugada a una distribuidora española a la que le leyó el etiquetado de la encomienda que le había llegado desde El Manzanito. “La mujer se da cuenta de que decía Pan de Azúcar, así es que le dije de inmediato que eran míos”, indica Hugo.
Pero mayor sería su gratificación cuando a los pocos días suena su teléfono a eso de las cuatro de la madrugada. Contesta aún dormido y una voz fuerte y con una marcada pronunciación de la zeta, le dice “he visto tus caracoles y quiero que me mandes una tonelada semanal”. Casi se cayó de la cama.
Desde ese momento tuvo que involucrar a personas de confianza que le ayudaran a sostener el negocio. Para ello su esposa Carolina Heise se hizo cargo de la administración y supervisión de la empresa, además contactó a su gran amigo, Rodrigo Troncoso, quien es su socio y gestiona la parte comercial de fletes y envíos desde Santiago.

LA CONSOLIDACIÓN
La obtención de los permisos lo llevó nuevamente a Santiago donde consiguió todos los permisos para exportar. Aún recuerda que mandó 11 toneladas y hubo más interesados, teniendo que cubrir una demanda de 3 toneladas semanales.
Actualmente desde España se ha hecho patente la intención de compra teniendo que mandar 5 toneladas al mes. “Hasta mediados de noviembre hemos enviado tres toneladas y en las próximas semanas debemos despachar dos toneladas más”, anuncia Hugo.
Eso sí, no todo es miel sobre hojuelas, porque la demanda ha reducido su oferta, complicando poder responder a sus clientes. Ante ello, en la actualidad se encuentra buscando asociatividad con otros productores regionales para que le suministren más ejemplares.”A todos quienes estén interesados, pueden contactarme al mail agroescargot@yahoo.es”, solicita.
Mientras tanto se encuentra abocado fuertemente a conseguir más apoyos para consolidar su emprendimiento en nuevos mercados como Bélgica, Holanda y Shangai (China), por lo que trabaja mancomunadamente con ProChile y la municipalidad de Coquimbo para así despachar nuevos cargamentos que llevan sus sueños de niñez y su esfuerzo de juventud.

LOS ADEREZOS
No sólo la exportación de este commodity ha generado el interés de Hugo Guevara, sino que también la posibilidad de darle un valor agregado. Es así como en estos momentos está ad portas de ponerle valor a una conserva de caracoles la que se expendería en los supermercados. “Hay que aprovechar el periodo de mayo y octubre cuando no se reproducen”, comenta el emprendedor quien tiene planes de abastecer a México, China y Corea del Sur. Pero una de las cualidades cosméticas que ha ganado terreno en el último tiempo ha sido la baba de caracol que corresponde a la técnica de helicicultura. Debido a ello es que sus esfuerzos están puestos en comercializar una crema. “Estoy a la espera de los resultados de la resolución sanitaria para ponerla a disposición del público en farmacias y supermercados”, agrega.

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