Gonzalo Arancibia acostumbraba a programarse en los pagos de sus cuentas y en la solicitud de créditos para darse pequeños gustos y complacer a sus dos hijas. Hoy con 36 años y 16 cotizando en una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP), se dio cuenta de algo: Nunca le había tomado el peso ni la relevancia que tiene la cotización de las acciones en la bolsa. Esto porque ante los gritos, los llamados y los cálculos al interior de una sala llena de hombres vestidos con terno y corbata le parecían un escenario, por así decirlo, aburrido.
No obstante, con la acumulación de 22% de pérdida que han sufrido las 40 acciones más transadas de la Bolsa de Santiago en los primeros diez meses del año y que se agrupan en el Índice de Precios Selectivo de Acciones (Ipsa), Gonzalo entendió que la crisis de los grandes capitales también tenía injerencia en su propio bolsillo. Esto porque el dinero que cotizaba mes a mes para su jubilación era reinvertido por su AFP en acciones, las que si bajaban, desvalorizaban su fondo.
Por ello es que se espantó al ver el registro de octubre, donde totalizaba $17 millones, es decir, seis millones menos de lo que tenía a principios de año. Su fondo A, el que concentra la mayor cantidad de renta variable, es decir, la que se transa en el mercado, había perdido un 21% en octubre, sumando una caída de 45% en el año.
Distinto es lo que le sucedió a Ricardo Pérez, quien de sus ocho millones de enero, sólo bajó $500 mil. “Yo no he sentido las pérdidas. Creo que hay más especulación que retrocesos en las ventas”, ratificaba seguro, porque su posición expectante desde el fondo D le da mayores resguardos.
ME CAMBIO O NO ME CAMBIO
Dentro de las múltiples jugadas que se trazan en este verdadero juego de ingenio, hay una consigna que ha tomado fuerza. Del total de afiliados que posee el país, cerca de 17 mil han emigrado del fondo A a uno menos riesgoso. Sin embargo, esa estrategia no es avalada por los economistas, quienes plantean que como el sistema –instaurado en agosto del 2002- es de largo plazo, tarde o temprano habrá un rebote y las series volverán a obtener números azules.
“Si vamos a los promedios históricos, nos daremos cuenta que son positivos, ya que los fondos fueron concebidos para rentar un 12% ó 13% a lo largo de la vida del cotizante, así es que habrá una recuperación después del 2010”, precisó el economista Luis Alberto Arjona.
Gustavo Mallat por su parte, sentencia que la peor decisión sería el modificar la base previsional. “Recomiendo a quienes pertenecen a A y B que no se cambien, ya que es el peor momento si les quedan 10, 20 ó 25 años por jubilarse. Lo mejor es resistir, porque de lo contrario estarán asumiendo la pérdida”.
Lejos de las detrimentos previsionales de dos dígitos que acumulan los fondos más riesgosos, Diego López (55 años) por ley no puede estar más allá del fondo D o E. En todo caso, ha asumido el recorte de su pensión en casi $2 millones, por malas maniobras de su AFP. Esta rebaja en sus ahorros lo ha hecho reevaluar si se jubilará a los 65 años, porque pese a que los fondos rentabilicen mañana mismo, no alcanzaría a recuperar lo perdido. “Creo que habrá que trabajar uno o dos años más para tener algo más de platita”, reconoció.
REVIVE LA AFP ESTATAL
Desde su creación en agosto de 2002, el sistema de pensiones ha logrado una estabilidad y si bien no ha salido muy bien parado de este gran batatazo bursátil, su diseño y mirada de largo plazo, le permite anteponer el mejor de los antecedentes: Sigue con números azules. Es así como el A rentabiliza un 13% en el histórico, lo mismo que el B que lo hace con un 9,5%, el C (donde se concentra la mayoría de los afiliados en Chile) logra un 7,2%, mientras que el D y E lo hacen con un 5,5% y un 3% respectivamente.
“Estamos viviendo una incertidumbre y volatilidad, pero para analizar las inversiones de las AFP se debe hacer con una perspectiva más amplia en el tiempo, ya que el comportamiento de los fondos, pese a la caída en la rentabilidad, sigue siendo muy positiva”, sostuvo el gerente de Estudios de la Asociación Gremial de Administradores de Fondos de Pensiones, Roberto Fuentes.
En este escenario de dudas y falta de confianza, los actores de mayor orientación social en el Gobierno, han reforzado sus argumentos para reimpulsar la creación de una AFP estatal. En ese ámbito, el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, se ha comprometido a enviar el proyecto al Congreso antes de que finalice el año, lo que fue bien recibido por el presidente de la CUT, Arturo Martínez. “Se asigna más justicia y mayor respaldo a los dineros de los chilenos. Asimismo, hay mayor transparencia y competitividad en el sistema”.
Eso sí, desde el punto de vista comercial, el reposicionamiento de la iniciativa ya causa estragos. Dentro de los fundamentos para cerrarle el paso al Estado se cuenta una buena evaluación de los privados. “No soy partidario de una AFP estatal, porque es un área donde los privados están operando y lo ha hecho bien. El Gobierno debería preocuparse de otros focos más importantes como la erradicación de la extrema pobreza”, afirmó Luis Arjona.
El académico de la Universidad del Mar, Gustavo Mallat, piensa similar, ya que las experiencias anteriores no han favorecido una buena administración de los fondos por parte del Estado. “En manos del Estado los recursos no se asignan ni invierten bien, ya que los contribuyentes del sistema jubilan con pensiones muy bajas. Además, la estatización de fondos se prestan para despilfarrar los dineros, hacer un gasto público ineficiente y financiar campañas políticas”.Ante ello, los expertos no ven siquiera cerca la estatización, tal como ha ocurrido en argentina con las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), donde habrá una capitalización al Estado de US$30 mil millones.
No obstante, con la acumulación de 22% de pérdida que han sufrido las 40 acciones más transadas de la Bolsa de Santiago en los primeros diez meses del año y que se agrupan en el Índice de Precios Selectivo de Acciones (Ipsa), Gonzalo entendió que la crisis de los grandes capitales también tenía injerencia en su propio bolsillo. Esto porque el dinero que cotizaba mes a mes para su jubilación era reinvertido por su AFP en acciones, las que si bajaban, desvalorizaban su fondo.
Por ello es que se espantó al ver el registro de octubre, donde totalizaba $17 millones, es decir, seis millones menos de lo que tenía a principios de año. Su fondo A, el que concentra la mayor cantidad de renta variable, es decir, la que se transa en el mercado, había perdido un 21% en octubre, sumando una caída de 45% en el año.
Distinto es lo que le sucedió a Ricardo Pérez, quien de sus ocho millones de enero, sólo bajó $500 mil. “Yo no he sentido las pérdidas. Creo que hay más especulación que retrocesos en las ventas”, ratificaba seguro, porque su posición expectante desde el fondo D le da mayores resguardos.
ME CAMBIO O NO ME CAMBIO
Dentro de las múltiples jugadas que se trazan en este verdadero juego de ingenio, hay una consigna que ha tomado fuerza. Del total de afiliados que posee el país, cerca de 17 mil han emigrado del fondo A a uno menos riesgoso. Sin embargo, esa estrategia no es avalada por los economistas, quienes plantean que como el sistema –instaurado en agosto del 2002- es de largo plazo, tarde o temprano habrá un rebote y las series volverán a obtener números azules.
“Si vamos a los promedios históricos, nos daremos cuenta que son positivos, ya que los fondos fueron concebidos para rentar un 12% ó 13% a lo largo de la vida del cotizante, así es que habrá una recuperación después del 2010”, precisó el economista Luis Alberto Arjona.
Gustavo Mallat por su parte, sentencia que la peor decisión sería el modificar la base previsional. “Recomiendo a quienes pertenecen a A y B que no se cambien, ya que es el peor momento si les quedan 10, 20 ó 25 años por jubilarse. Lo mejor es resistir, porque de lo contrario estarán asumiendo la pérdida”.
Lejos de las detrimentos previsionales de dos dígitos que acumulan los fondos más riesgosos, Diego López (55 años) por ley no puede estar más allá del fondo D o E. En todo caso, ha asumido el recorte de su pensión en casi $2 millones, por malas maniobras de su AFP. Esta rebaja en sus ahorros lo ha hecho reevaluar si se jubilará a los 65 años, porque pese a que los fondos rentabilicen mañana mismo, no alcanzaría a recuperar lo perdido. “Creo que habrá que trabajar uno o dos años más para tener algo más de platita”, reconoció.
REVIVE LA AFP ESTATAL
Desde su creación en agosto de 2002, el sistema de pensiones ha logrado una estabilidad y si bien no ha salido muy bien parado de este gran batatazo bursátil, su diseño y mirada de largo plazo, le permite anteponer el mejor de los antecedentes: Sigue con números azules. Es así como el A rentabiliza un 13% en el histórico, lo mismo que el B que lo hace con un 9,5%, el C (donde se concentra la mayoría de los afiliados en Chile) logra un 7,2%, mientras que el D y E lo hacen con un 5,5% y un 3% respectivamente.
“Estamos viviendo una incertidumbre y volatilidad, pero para analizar las inversiones de las AFP se debe hacer con una perspectiva más amplia en el tiempo, ya que el comportamiento de los fondos, pese a la caída en la rentabilidad, sigue siendo muy positiva”, sostuvo el gerente de Estudios de la Asociación Gremial de Administradores de Fondos de Pensiones, Roberto Fuentes.
En este escenario de dudas y falta de confianza, los actores de mayor orientación social en el Gobierno, han reforzado sus argumentos para reimpulsar la creación de una AFP estatal. En ese ámbito, el ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade, se ha comprometido a enviar el proyecto al Congreso antes de que finalice el año, lo que fue bien recibido por el presidente de la CUT, Arturo Martínez. “Se asigna más justicia y mayor respaldo a los dineros de los chilenos. Asimismo, hay mayor transparencia y competitividad en el sistema”.
Eso sí, desde el punto de vista comercial, el reposicionamiento de la iniciativa ya causa estragos. Dentro de los fundamentos para cerrarle el paso al Estado se cuenta una buena evaluación de los privados. “No soy partidario de una AFP estatal, porque es un área donde los privados están operando y lo ha hecho bien. El Gobierno debería preocuparse de otros focos más importantes como la erradicación de la extrema pobreza”, afirmó Luis Arjona.
El académico de la Universidad del Mar, Gustavo Mallat, piensa similar, ya que las experiencias anteriores no han favorecido una buena administración de los fondos por parte del Estado. “En manos del Estado los recursos no se asignan ni invierten bien, ya que los contribuyentes del sistema jubilan con pensiones muy bajas. Además, la estatización de fondos se prestan para despilfarrar los dineros, hacer un gasto público ineficiente y financiar campañas políticas”.Ante ello, los expertos no ven siquiera cerca la estatización, tal como ha ocurrido en argentina con las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), donde habrá una capitalización al Estado de US$30 mil millones.
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