
El 22 de mayo del 2007, Juana Araya se paseaba nerviosa por la sede vecinal que le habían proporcionado para recibir a la directiva regional del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP). La razón: Ese día, 8 de las 16 comunidades agrícolas de Combarbalá (provincia del Limarí) daban el paso más importante de su historia: Transformarse en corporación, lo que posibilitaba tener un mejor respaldo de cara a acceder a instrumentos de fomento, fondos de productividad y la constante instrucción que generan las instancias gubernamentales.
El camino no fue fácil, ya que por más que haya un sustento base para luchar por el desarrollo de los campos de la comuna, hacer coincidir bajo un mismo ideal a más de tres mil pequeños campesinos que cultivan anualmente cerca de 75 mil hectáreas, no es sencillo. La misma presidenta y representante legal de la entidad, Juana Araya lo reconoció. “Costó mucho esfuerzo, porque habían distintos puntos de vistas a los que teníamos que adherir. Lo mejor fue poner sobre la mesa la importancia de llegar a consenso”, señaló la dirigente.
Lo cierto es que haber alcanzado esa nueva figura legal les permitió obtener recursos para materializar sus aspiraciones que se definían en tres puntos claves. El primero, propiciar la capacitación adecuada para fortalecer el capital humano de las comunidades agrícolas, el segundo fortalecer la captación y utilización del recurso hídrico y el tercero, concretar lazos de unión dentro de la organización.
A pesar de que los primeros dos ejes se hacen notar en ámbitos productivos y de desarrollo, el tercero abre una estela de oportunidades no convencionales con las aptitudes campesinas.
Y al hacer mención al calificativo no convencional, hay una clara referencia a aspectos de comunicación y de sustento informativo del quehacer de esta instancia que reúne a 600 familias.
Para ello, se hicieron las gestiones correspondientes para acceder a fondo de promoción de medios radiales. Tras la elaboración de los respectivos proyectos, lograron que salieran al aire seis emisoras, las que permitían cerrar un círculo de interacción de los habitantes de los predios combarbalinos. Pero la zona quería más, al igual que sus dirigentes y las bases.
El camino no fue fácil, ya que por más que haya un sustento base para luchar por el desarrollo de los campos de la comuna, hacer coincidir bajo un mismo ideal a más de tres mil pequeños campesinos que cultivan anualmente cerca de 75 mil hectáreas, no es sencillo. La misma presidenta y representante legal de la entidad, Juana Araya lo reconoció. “Costó mucho esfuerzo, porque habían distintos puntos de vistas a los que teníamos que adherir. Lo mejor fue poner sobre la mesa la importancia de llegar a consenso”, señaló la dirigente.
Lo cierto es que haber alcanzado esa nueva figura legal les permitió obtener recursos para materializar sus aspiraciones que se definían en tres puntos claves. El primero, propiciar la capacitación adecuada para fortalecer el capital humano de las comunidades agrícolas, el segundo fortalecer la captación y utilización del recurso hídrico y el tercero, concretar lazos de unión dentro de la organización.
A pesar de que los primeros dos ejes se hacen notar en ámbitos productivos y de desarrollo, el tercero abre una estela de oportunidades no convencionales con las aptitudes campesinas.
Y al hacer mención al calificativo no convencional, hay una clara referencia a aspectos de comunicación y de sustento informativo del quehacer de esta instancia que reúne a 600 familias.
Para ello, se hicieron las gestiones correspondientes para acceder a fondo de promoción de medios radiales. Tras la elaboración de los respectivos proyectos, lograron que salieran al aire seis emisoras, las que permitían cerrar un círculo de interacción de los habitantes de los predios combarbalinos. Pero la zona quería más, al igual que sus dirigentes y las bases.
EL INICIO DE LA ODISEA
En los sectores alejados de los centros urbanos, la radio adquiere una preponderancia esencial. Y si ponemos como antecedente la actividad agrícola, esa incidencia llega a ser aún más certera. La espontaneidad, la rapidez, la retroalimentación y la localidad juegan a favor del formato de comunicación.
Según comentan quienes les tocaba realizar programas en vivo, la respuesta de los auditores fue sorprendente, porque más que tener como acompañante a una emisora, sabían que ese espacio era propio y les ayudaba a mandar recados tan simples como pedir prestado una herramienta o avisar la realización de reuniones sindicales.
Esta unidad, lejos de coartar los deseos de superación, sirvió como plataforma para concretar nuevas experiencias. En los constantes encuentros gremiales, uno de los campesinos no dudó en dejar sobre la mesa un nuevo desafío: Un canal de televisión.
Si bien en Combarbalá existen seis emisoras comunitarias, el salto a un formato audiovisual era arriesgado y no menos sinuoso. Pero la directiva de la corporación se embarcó en la apuesta y comenzó a indagar.
LA MANO DE INDAP
Evidentemente, una de las primeras puertas que se abrió fue la del Instituto de Desarrollo Agropecuario, la que por medio del Fondo de Proyectos de Desarrollo Organizacional (Prodes) –la misma que propició las radios- impulsó esta propuesta de medios, la que resulta vital para la difusión de las actividades de los campesinos que viven principalmente del secano.
“Lo que nos interesa es que la gente conozca la vida en el campo y lo que son nuestras comunidades, las que por muchos años han sido postergadas”, indicó la presidenta de la Corporación de Comunidades Agrícolas, Juana Araya.
De acuerdo a los estatutos de INDAP, este fondo llega a financiar hasta el 85% del total de la iniciativa y en el cual deben quedar explicitados los tres años de trabajo que contempla el plan de acción. La línea a la que se acogieron los agricultores combarbalinos fue Difusión y Desarrollo Comunicacional.
Héctor Ortiz, ejecutivo integral de la Agencia de Área Combarbalá del INDAP, es actualmente uno de los colaboradores más activos con la señal. “Hemos aprendido sobre la marcha, pero tenemos muchas ganas de fortalecer estos espacios que pertenecen a esta comunidad”, precisó.
LA MARCHA BLANCA
Hace dos semanas que CombaTV, la estación televisiva de los campesinos, rompió los temores e inseguridades de sus creadores y se posicionó como uno más dentro de la parrilla programática de la señal abierta. Es así como con Televisión Nacional, Canal 13, Mega o Chilevisión, comparte un espacio dentro del cual cada uno de los 5.743 habitantes de la comuna siente que parte de su historia e idiosincrasia se refleja, luego de tomar los micrófonos y encender la cámara.
De propia confesión del reducido equipo de tres personas que labora habitualmente en las instalaciones, la recepción de la comunidad ha sido muy buena. Incluso, la solidaridad ha quedado demostrada en su máxima expresión después que quedara en evidencia que que una de las principales carencias era la falta de películas.
“Comenzamos como todo proyecto nuevo, donde más de algún chascarro nos ha ocurrido, tampoco teníamos muchas películas y con donaciones hasta pudimos constituir una videoteca. Durante estos días hemos tenido que enfrentar e ir aprendiendo sobre la marcha. Sin duda que es un trabajo atractivo porque estamos aportando con un granito de arena para el desarrollo de la comuna”, explicó Héctor Ortiz de INDAP.
El esfuerzo del grupo también se ha visto recompensado mediante las muestras de apoyo y agradecimiento por los programas en vivo. Esto, porque a pesar de lo reducido del personal, las ganas de entregar un producto de calidad no se han limitado.
“Con la escasa infraestructura que poseemos hemos sido capaces de realizar transmisiones en directo. Una de ellas se produjo durante el aniversario del liceo y también algunas entrevistas”, sostuvo Juana Araya.
Como buenos emprendedores, los tres mil asociados a la corporación no dejan de soñar ni por un instante. Si antes fue la radio, hoy es la televisión, mañana perfectamente puede ser Internet y llegar así hasta el último rincón del planeta. Por lo menos Juana Araya y sus colegas no se quedarán de brazos cruzados, porque lo que les falta de agua, les sobra de entusiasmo.