Durante por lo menos una vez a la semana, Ximena Hernández se desplazaba desde su casa en Paihuano hasta La Serena para comprar sus remedios. Si bien esta mujer dedicada a las comunicaciones radiales es joven, debe mantener a raya algunas patologías, lo que la obliga a depender de costosos medicamentos que no se encuentran en la pequeña comuna al interior del valle de Elqui.
Lo mismo sucede con Román Alcayaga, aunque su caso es aún más complejo, pues además de recurrir cerca de dos veces a la semana desde Huanta hasta la capital regional por los controles médicos que su madre de 80 años debía someterse en el hospital San Juan de Dios, aprovechaba ese traslado para adquirir los fármacos que le recetaban.
Lo que ellos no sabían y tampoco los 17 millones de chilenos, era que entre el 2 de noviembre de 2007 y el 31 de marzo de 2008 las tres más grandes cadenas de farmacias que controlan el 92% del mercado, Ahumada (27,7%), Cruz Verde (40,6%) y Salcobrand (23,8%), habían acordado equiparar precios para subirlos y así obtener mayores ingresos. Sí, a costa de todos los enfermos y enfermas del país.
El modus operandi era muy simple y se ideó a nivel de altos ejecutivos. Según se detalló, una de las farmacias subía el primer día uno de los 220 medicamentos que se han detectado con alteraciones en su cotización. Al siguiente las otras dos hacían lo propio pero sólo a la mitad. Ya a la tercera jornada las tres cobraban lo mismo por un remedio, denegando la oportunidad a los usuarios de acceder a un producto con un mejor monto.
Fue una “desesperada” confesión de Farmacias Ahumada (Fasa) el pasado martes la que destapó el ilícito, luego de llegar a un acuerdo con la Fiscalía Nacional Económica (FNE), que vela porque en Chile no se produzcan prácticas que atenten contra la hoy vilipendiada libre competencia. “Con la conciliación no se acreditan los delitos, en este caso la colusión, sino que se reconocen hechos en la forma en que Fasa los ha constatado después de una investigación interna”, explicó la compañía.
Y es que los más altos directivos de Fasa, liderados por el máximo controlador, José Codner, aducen nunca haberse enterado de estas prácticas y que llegaron a un acuerdo con la FNE para evitar que se replicara en el futuro. Lo cierto es que en ese periodo de cinco meses la empresa que también posee participación en Perú y México, obtuvo $7.616 millones (US$13 millones), de los que “devolverá” al Fisco $600 millones (US$1 millón).
Esta irrisoria cifra ya fue cuestionada por el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), que pidió que se indemnizara a los clientes. “El paso siguiente de Fasa es que repare el daño y que si no es de cara a los consumidores, será de cara a los tribunales”, enfatizó su director nacional, José Roa. No obstante, el ministro de Economía Hugo Lavados, defendió el acuerdo, pues “¿de qué otra forma se puede obtener una confesión como ésta?”.
Pese a ello, Roa insistió y añadió que “las farmacias saben quiénes son sus clientes y tienen información suficiente como para determinar rut a rut qué personas consumieron los productos en el período que está bajo cuestionamiento, por lo que no sería complejo un mecanismo de reparación”.
Para este 1 de abril, el Tribunal de Libre Competencia citó a las tres farmacias para una audiencia de conciliación propuesta por Farmacias Ahumada, y donde, por primera vez desde que se supo este escándalo, se encontrarán frente a frente los otrora “socios”.
UN LATIGAZO PARA LA REGIÓN
A inicios de los noventa un joven químico farmacéutico, Gabriel Nilsson Esquivel, con mucho esfuerzo y tesón consiguió los recursos para ir creciendo poco a poco. Partió en La Serena donde llegó a tener dos farmacias, sumando más tarde otra en Coquimbo. “Trabajaba con 20 empleados y había una relación directa con la gente. Eran tiempos distintos, donde el químico farmacéutico no estaba detrás de un escritorio presionando a un vendedor para que ofreciera cierto tipo de medicamentos, sino que atendía al público”, manifiesta este profesional, quien ha visto mermada la confianza de los clientes al no contar con la palabra sabia de un especialista.
Fue en el año 1995 cuando se dejó sentir la avalancha que se avecinaba y tenía nombre y apellido: Las grandes cadenas. Primero fue una, la que más tarde sumó al resto. “Destruyeron a los profesionales independientes aprovechándose del sistema y coludiéndose entre ellos”, asegura sin tapujos Nilsson.
Los efectos rápidamente se hicieron sentir, pues los bancos le cerraron las puertas de crédito, debido a que ningún agente confió en la mantención de este tipo de negocios, los que en Santiago y Valparaíso ya habían sido “consumidos” por la vorágine de los grandes capitales. “Tuve que cerrar y quedarme sólo con éste (Balmaceda 674). Imagínate que hoy tengo sólo dos trabajadores”, sentenció.
Pese a que las ventas han disminuido mucho desde la “conquista”, una de las boticas tradicionales que ha logrado sobrevivir, ha sido la de Jesús Herrera González, la que hoy se denomina Farmacia La Serena (Balmaceda 457). Este personaje de mil historias y reconocimientos la adquirió en enero de 1961 y recuerda que en esos tiempos eran seis sus “competidores”. “En esos años nunca me habría atrevido a bajar productos para enganchar a la gente y jamás se nos ocurrió poner precios iguales. Pero todo cambia y ésta es la globalización donde opera la ley del más fuerte”, precisa nostálgico.
Con respecto a la evolución del sector, tiene aleccionadoras palabras. “Farmacias como las nuestras, que tienen a un químico farmacéutico como propietario, veíamos venir esto (cierre de locales), ya que había un bloque de medicamentos que habían subido de precio y que, al ser caros, se cancelaban con tarjetas. Ahí nos mataron porque nosotros no usamos ese sistema”, reconoce.
Este ganador del Premio al Mejor Químico Farmacéutico del 2002, precisa que la única manera de subsistir en la tormenta es con la confianza que depositan los clientes.
Con respecto a la comentada concertación de precios, ambos especialistas son tajantes. Jesús Herrera dice que “es cuestión de honradez, porque nosotros no hacemos promociones que engañen a la gente (…) Y de eso se dan cuenta cada vez que llegan a mi farmacia”.
Más duro es Gabriel Nilsson, quien no deja de mencionar los suicidios ocurridos en la Región de Valparaíso, donde el “negocio” de los grandes consorcios era vender su franquicia a antiguos boticarios, los que se llenaron de fármacos que después no pudieron vender, generando una deuda impagable. “El daño que han hecho a la profesión ya no tiene vuelta, pues han estado amparados en la legislación, viviendo al borde de la ley”, indica este ex vicepresidente regional del Colegio de Químicos Farmacéuticos.
¿PASADA DE CUENTA?
Muchos, al enterarse de esta colusión de valores de los remedios, se les pasó por la mente no comprar más en Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand. No obstante, la ecuación no es tan sencilla, toda vez que asumiendo la gran presencia que poseen en el mercado y por ende dentro de los medios publicitarios, los locales alternativos son pocos y desconocidos.
En La Serena, por ejemplo, no debe haber más de tres o cuatro farmacias independientes, las que aparte de las de Jesús Herrera y Gabriel Nilsson se ubican en Las Compañías y en el sector sur de la comuna. Lo mismo que en Coquimbo, donde salvo el centro, el resto de la ciudad se abastece de los conglomerados gigantes.
Según señalaron los mismos dueños de estos locales menores esa “mala imagen” no se ha traducido en mayores ventas o concurrencia de público. “Si fuera en teoría, eso debiera ocurrir, pero pueden ver que mi local se mantiene tal como antes. Es más, si fuéramos a una de las farmacias cuestionadas igual habría mucha gente”, sentencia Nilsson.
Y no deja de tener razón, pues pese a que diario El Día constató en terreno que las diferencias en algunos medicamentos llegan al 873%, la gente sigue atestando y consultando por los productos que se ofrecen en las góndolas, estrategia que nunca fue aplicada por Herrera. “He sido enemigo de ampliar la oferta a productos que no sean médicos, a diferencia de las cadenas que promocionan de todo”.
La falta de opciones provoca un círculo vicioso que es criticado por la ciudadanía, pero que la deja de brazos cruzados. Es así como Ximena y Román, los esforzados elquinos que semana a semana llegaban a La Serena tienen claro que la necesidad tiene cara de hereje. “Hoy no tenemos más alternativas y estamos entrampados en un círculo vicioso”, acentúa Ximena, mientras que Román no deja de preocuparse de su madre, a quien no quiere que le falte su medicamento. “La salud de mi mamita está primero, así es que debo guardarme la rabia y tenerle sus remedios”, cuenta abatido.
Lo cierto es que esta semana el sistema neoliberal mostró su peor cara y nuevamente dejó en evidencia que sin regulación los empresarios hacen lo que quieren. Es difícil que las ventas de las tres farmacias caigan, también que el tema se extienda, mucho más que haya problemas para pagar las multas, casi imposible que la gente le pase la cuenta y algo inédito sería que este tipo de delitos no se produzcan otra vez, pero de lo que sí hay certeza es que hoy estos grupos no tienen moral para jactarse de tener los precios más bajos y convenientes, pues la libre competencia con la que se llenan la boca sólo opera cuando les conviene.
QUIÉN ES QUIÉN
Coincidencia o no, los tres grupos empresariales involucran a culturas que históricamente han estado en conflicto: Israel, Alemania y Palestina. Esto porque Farmacias Ahumada es controlada en un 49% por José Codner, quien hace gala de su religión judía al momento de hacer negocios y tener ventas anuales por US$326 millones. Se le suman como socios Falabella Retail (20%), Fondo Pionero (Moneda Asset) (4,1%), Fondo Beta (Celfin) (2%), AFP Habitat (1,7%) y otras con un 23,2%. En tanto, Cruz Verde que nació en la Región de Valparaíso es administrada en un 95% por Guillermo Harding, que con su sangre alemana ha llegado a ser el actor más importante del mercado y generando utilidades por US$478 millones. Se le adhieren asociados minoritarios con un 5%. Salcobrand que nació de la fusión de Salco y Brand en enero de 2001, tiene en la familia de orígenes palestinos, Yarur, y personificada por Luis Enrique, a su máximo controlador, totalizando cada 365 días comercializaciones por US$280 millones. Entre las tres reúnen 1.280 locales.
Lo mismo sucede con Román Alcayaga, aunque su caso es aún más complejo, pues además de recurrir cerca de dos veces a la semana desde Huanta hasta la capital regional por los controles médicos que su madre de 80 años debía someterse en el hospital San Juan de Dios, aprovechaba ese traslado para adquirir los fármacos que le recetaban.
Lo que ellos no sabían y tampoco los 17 millones de chilenos, era que entre el 2 de noviembre de 2007 y el 31 de marzo de 2008 las tres más grandes cadenas de farmacias que controlan el 92% del mercado, Ahumada (27,7%), Cruz Verde (40,6%) y Salcobrand (23,8%), habían acordado equiparar precios para subirlos y así obtener mayores ingresos. Sí, a costa de todos los enfermos y enfermas del país.
El modus operandi era muy simple y se ideó a nivel de altos ejecutivos. Según se detalló, una de las farmacias subía el primer día uno de los 220 medicamentos que se han detectado con alteraciones en su cotización. Al siguiente las otras dos hacían lo propio pero sólo a la mitad. Ya a la tercera jornada las tres cobraban lo mismo por un remedio, denegando la oportunidad a los usuarios de acceder a un producto con un mejor monto.
Fue una “desesperada” confesión de Farmacias Ahumada (Fasa) el pasado martes la que destapó el ilícito, luego de llegar a un acuerdo con la Fiscalía Nacional Económica (FNE), que vela porque en Chile no se produzcan prácticas que atenten contra la hoy vilipendiada libre competencia. “Con la conciliación no se acreditan los delitos, en este caso la colusión, sino que se reconocen hechos en la forma en que Fasa los ha constatado después de una investigación interna”, explicó la compañía.
Y es que los más altos directivos de Fasa, liderados por el máximo controlador, José Codner, aducen nunca haberse enterado de estas prácticas y que llegaron a un acuerdo con la FNE para evitar que se replicara en el futuro. Lo cierto es que en ese periodo de cinco meses la empresa que también posee participación en Perú y México, obtuvo $7.616 millones (US$13 millones), de los que “devolverá” al Fisco $600 millones (US$1 millón).
Esta irrisoria cifra ya fue cuestionada por el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), que pidió que se indemnizara a los clientes. “El paso siguiente de Fasa es que repare el daño y que si no es de cara a los consumidores, será de cara a los tribunales”, enfatizó su director nacional, José Roa. No obstante, el ministro de Economía Hugo Lavados, defendió el acuerdo, pues “¿de qué otra forma se puede obtener una confesión como ésta?”.
Pese a ello, Roa insistió y añadió que “las farmacias saben quiénes son sus clientes y tienen información suficiente como para determinar rut a rut qué personas consumieron los productos en el período que está bajo cuestionamiento, por lo que no sería complejo un mecanismo de reparación”.
Para este 1 de abril, el Tribunal de Libre Competencia citó a las tres farmacias para una audiencia de conciliación propuesta por Farmacias Ahumada, y donde, por primera vez desde que se supo este escándalo, se encontrarán frente a frente los otrora “socios”.
UN LATIGAZO PARA LA REGIÓN
A inicios de los noventa un joven químico farmacéutico, Gabriel Nilsson Esquivel, con mucho esfuerzo y tesón consiguió los recursos para ir creciendo poco a poco. Partió en La Serena donde llegó a tener dos farmacias, sumando más tarde otra en Coquimbo. “Trabajaba con 20 empleados y había una relación directa con la gente. Eran tiempos distintos, donde el químico farmacéutico no estaba detrás de un escritorio presionando a un vendedor para que ofreciera cierto tipo de medicamentos, sino que atendía al público”, manifiesta este profesional, quien ha visto mermada la confianza de los clientes al no contar con la palabra sabia de un especialista.
Fue en el año 1995 cuando se dejó sentir la avalancha que se avecinaba y tenía nombre y apellido: Las grandes cadenas. Primero fue una, la que más tarde sumó al resto. “Destruyeron a los profesionales independientes aprovechándose del sistema y coludiéndose entre ellos”, asegura sin tapujos Nilsson.
Los efectos rápidamente se hicieron sentir, pues los bancos le cerraron las puertas de crédito, debido a que ningún agente confió en la mantención de este tipo de negocios, los que en Santiago y Valparaíso ya habían sido “consumidos” por la vorágine de los grandes capitales. “Tuve que cerrar y quedarme sólo con éste (Balmaceda 674). Imagínate que hoy tengo sólo dos trabajadores”, sentenció.
Pese a que las ventas han disminuido mucho desde la “conquista”, una de las boticas tradicionales que ha logrado sobrevivir, ha sido la de Jesús Herrera González, la que hoy se denomina Farmacia La Serena (Balmaceda 457). Este personaje de mil historias y reconocimientos la adquirió en enero de 1961 y recuerda que en esos tiempos eran seis sus “competidores”. “En esos años nunca me habría atrevido a bajar productos para enganchar a la gente y jamás se nos ocurrió poner precios iguales. Pero todo cambia y ésta es la globalización donde opera la ley del más fuerte”, precisa nostálgico.
Con respecto a la evolución del sector, tiene aleccionadoras palabras. “Farmacias como las nuestras, que tienen a un químico farmacéutico como propietario, veíamos venir esto (cierre de locales), ya que había un bloque de medicamentos que habían subido de precio y que, al ser caros, se cancelaban con tarjetas. Ahí nos mataron porque nosotros no usamos ese sistema”, reconoce.
Este ganador del Premio al Mejor Químico Farmacéutico del 2002, precisa que la única manera de subsistir en la tormenta es con la confianza que depositan los clientes.
Con respecto a la comentada concertación de precios, ambos especialistas son tajantes. Jesús Herrera dice que “es cuestión de honradez, porque nosotros no hacemos promociones que engañen a la gente (…) Y de eso se dan cuenta cada vez que llegan a mi farmacia”.
Más duro es Gabriel Nilsson, quien no deja de mencionar los suicidios ocurridos en la Región de Valparaíso, donde el “negocio” de los grandes consorcios era vender su franquicia a antiguos boticarios, los que se llenaron de fármacos que después no pudieron vender, generando una deuda impagable. “El daño que han hecho a la profesión ya no tiene vuelta, pues han estado amparados en la legislación, viviendo al borde de la ley”, indica este ex vicepresidente regional del Colegio de Químicos Farmacéuticos.
¿PASADA DE CUENTA?
Muchos, al enterarse de esta colusión de valores de los remedios, se les pasó por la mente no comprar más en Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand. No obstante, la ecuación no es tan sencilla, toda vez que asumiendo la gran presencia que poseen en el mercado y por ende dentro de los medios publicitarios, los locales alternativos son pocos y desconocidos.
En La Serena, por ejemplo, no debe haber más de tres o cuatro farmacias independientes, las que aparte de las de Jesús Herrera y Gabriel Nilsson se ubican en Las Compañías y en el sector sur de la comuna. Lo mismo que en Coquimbo, donde salvo el centro, el resto de la ciudad se abastece de los conglomerados gigantes.
Según señalaron los mismos dueños de estos locales menores esa “mala imagen” no se ha traducido en mayores ventas o concurrencia de público. “Si fuera en teoría, eso debiera ocurrir, pero pueden ver que mi local se mantiene tal como antes. Es más, si fuéramos a una de las farmacias cuestionadas igual habría mucha gente”, sentencia Nilsson.
Y no deja de tener razón, pues pese a que diario El Día constató en terreno que las diferencias en algunos medicamentos llegan al 873%, la gente sigue atestando y consultando por los productos que se ofrecen en las góndolas, estrategia que nunca fue aplicada por Herrera. “He sido enemigo de ampliar la oferta a productos que no sean médicos, a diferencia de las cadenas que promocionan de todo”.
La falta de opciones provoca un círculo vicioso que es criticado por la ciudadanía, pero que la deja de brazos cruzados. Es así como Ximena y Román, los esforzados elquinos que semana a semana llegaban a La Serena tienen claro que la necesidad tiene cara de hereje. “Hoy no tenemos más alternativas y estamos entrampados en un círculo vicioso”, acentúa Ximena, mientras que Román no deja de preocuparse de su madre, a quien no quiere que le falte su medicamento. “La salud de mi mamita está primero, así es que debo guardarme la rabia y tenerle sus remedios”, cuenta abatido.
Lo cierto es que esta semana el sistema neoliberal mostró su peor cara y nuevamente dejó en evidencia que sin regulación los empresarios hacen lo que quieren. Es difícil que las ventas de las tres farmacias caigan, también que el tema se extienda, mucho más que haya problemas para pagar las multas, casi imposible que la gente le pase la cuenta y algo inédito sería que este tipo de delitos no se produzcan otra vez, pero de lo que sí hay certeza es que hoy estos grupos no tienen moral para jactarse de tener los precios más bajos y convenientes, pues la libre competencia con la que se llenan la boca sólo opera cuando les conviene.
QUIÉN ES QUIÉN
Coincidencia o no, los tres grupos empresariales involucran a culturas que históricamente han estado en conflicto: Israel, Alemania y Palestina. Esto porque Farmacias Ahumada es controlada en un 49% por José Codner, quien hace gala de su religión judía al momento de hacer negocios y tener ventas anuales por US$326 millones. Se le suman como socios Falabella Retail (20%), Fondo Pionero (Moneda Asset) (4,1%), Fondo Beta (Celfin) (2%), AFP Habitat (1,7%) y otras con un 23,2%. En tanto, Cruz Verde que nació en la Región de Valparaíso es administrada en un 95% por Guillermo Harding, que con su sangre alemana ha llegado a ser el actor más importante del mercado y generando utilidades por US$478 millones. Se le adhieren asociados minoritarios con un 5%. Salcobrand que nació de la fusión de Salco y Brand en enero de 2001, tiene en la familia de orígenes palestinos, Yarur, y personificada por Luis Enrique, a su máximo controlador, totalizando cada 365 días comercializaciones por US$280 millones. Entre las tres reúnen 1.280 locales.