viernes, 29 de agosto de 2008

Tarjetas de crédito: Las dudas del mall del pueblo


Con un sol que despierta hasta al más trasnochado y con las frutas y verduras frescas, María Cárdenas nos pide un minuto para atender a una de sus clientes más antigua, la señora Alicia. Luego de haberle pesado un par de plátanos y unas naranjas nos dice cordialmente “qué va a llevar caserito”. Hay que explicarle que no se trata de una compra, sino que una consulta la que nos lleva hasta la feria de abastos de Coquimbo que, según los asiduos a este tipo de lugares, es la mejor de la región.
Y en vista del color de la mercadería, la diversidad, la atención y los precios, las recomendaciones no se quedan estrechas y se convierten en referentes a tomar en cuenta. Antes de irse, María Cárdenas le comenta a la señora Alicia la dificultad que han tenido algunos caseros para pagar. Tomando en cuenta el complejo panorama financiero por el que atraviesa el país, se hace más que entendible.
“La otra vez vino la señora Ana con su marido y tuvo que llevar menos acelgas porque no les alcanzó. Les dije que después me la pagaran, pero no quisieron”, precisa María a Alicia.
Distinto habría sido esa situación si hubiese ocurrido en un supermercado o un retailer, ya que en ambas instancias existe la posibilidad de pagar con tarjeta de crédito. El detestado dinero plástico que saca de apuros a ricos y a pobres.
Por ello, no deja de llamar la atención la experiencia que se ha implementado en la feria de Macul en la Región Metropolitana, donde su presidente Ricardo Vilches, ya sabe de los beneficios que le ha reportado utilizar esta técnica de pago diferido que evita el tradicional y nunca bien ponderado fiado.
Este personaje dentro del espectro feriante santiaguino manifestó que cada treinta días, el 15% de lo vendido lo hace a través de sistemas de cobro a plazo. Su apuesta le ha dado lucrativos efectos, a tal que se ufana de haber expendido una cantidad “considerable” hace dos meses. “Una vez me llegaron a comprar $88 mil”, asevera orgulloso. En todo caso, su labor de convencimiento a la clientela no ha estado ajena a derramar varias gotas de sudor, ya que “mucha gente cree que es un broma y le tengo que explicar que es de verdad, que me compran con tarjeta”, dice Vilches.
¿Es posible replicar este sistema de venta en las ferias regionales? Está claro que es más fácil plantear esta interrogante antes de que dependientes y usuarios se pongan de acuerdo, ya que hay muchas voces, y muy disonantes, con respecto al tema.
María Cárdenas, mientras despide con la mano alzada a su querida casera, la señora Alicia, nos comentó que no estaba tan segura de poder llevar a cabo este ambicioso plan. “Es complicado, porque trabajamos al aire libre y estas maquinitas se las pueden robar. Imagínese que tenemos problemas con las boletas, que se las sacan a menudo y no lo vamos a tener con estos aparatos”, sentencia.
No deja de tener razón, aunque en vista de la cantidad de morosos que tiene dentro de su libretita roja, bien valdría la pena analizarlo otra vez. Ella misma confiesa que en estos tiempos de vaivenes comerciales ha aumentado el número de caseritos que le pide las disculpas antes de solicitar sus productos. “He llegado a entregar mercadería gratis por montos que varían entre 12 mil y 15 mil pesos”, rememora.
En todo caso, esta experiencia que se ha acrecentado hace algunos meses, y que le ha permitido sentirse reconfortada por los agradecimientos de los compungidos compradores, también le ha generado ciertos resquemores.
“Me ha pasado con clientes de toda una vida que dejaron de venir para no pagarme el fiado. Perdí unos buenos pesos, pero siento mucho más el haberlos perdido, porque eran buenos compradores”, nos indica mientras echa un cuarto de aceitunas a una bolsa plástica.

EL PASO A LA MODERNIDAD
El presidente del sindicato de Ferias Libres de Coquimbo, Carlos Aguilera, atiende regularmente su negocio de confites de calle Henríquez en pleno centro de la ciudad puerto, aunque no se pierde de ninguna novedad de lo que sucede en el espacio de expendio colindante a la avenida Costanera. A este dirigente llegamos debido a que unos dependientes nos solicitaron hablar con él, pues es una voz consolidada dentro del espectro feriante.
A Aguilera le gusta hablar sin interrupciones, por lo que un llamado a su casa a la hora de almuerzo es el espacio ideal para conversar acerca de la implementación del dinero plástico. De inmediato nos comenta que para sobrevivir en cualquier rubro comercial hay que innovar y, por ende, antes que nos responda, queda más que claro su postura favorable.
“Lo hemos conversado con el 80% de los puestos de la feria de abastos y se han mostrado interesados en poder tener este sistema de cobros, incluso ya hemos realizado los contactos con una tienda comercial y un banco”, sostiene al otro lado de la línea.
Su rápida dicción es símbolo evidente de su convicción y la adrenalina que le significa enfrentar nuevos desafíos gremiales. “Lo vemos muy viable, pues ya existe la inquietud entre la gente para saber si las máquinas funcionan con pilas o no”, señala.
En todo caso, este dirigente no es el único que tiene una alta presencia en el sector, ya que una de las representaciones más poderosas es la que agrupa a los feriantes de San Juan –El Llano. Su presidenta, Norella Cangana, piensa absolutamente lo contrario que Carlos Aguilera.
“No estoy de acuerdo con adherir al pago con tarjetas, porque no tenemos el capital y viviríamos encalillados. Habría que esperar los pagos y ¿con qué seguimos comprando mercadería?”, pregunta con angustia.
Si bien Carlos Aguilera marca la diferencia entre uno y otro sindicato, pues sabe que el 60% de sus asociados posee capital propio, Cangana marca la diferencia, porque no son pocos los trabajadores que deben pagar a plazo los productos a los mayoristas. “Por ejemplo los martes andan muy pocas personas, por lo que no recibimos mucho. Nosotros vivimos el día a día y es muy difícil mantener esas tarjetas”, explica Norella.

LA VOZ DE QUIENES TIENEN LA RAZÓN
Si la distancia de posturas no se juntaron en ningún discurso de los feriantes, una situación similar ocurre con los usuarios que martes, jueves y domingo llegan hasta las ferias de abasto de La Serena y Coquimbo. Y es que dentro de este proceso modernizador donde Macul ya ha marcado un precedente, también los consumidores tienen derecho a voz. Por algo la máxima dice que siempre tienen la razón.
Raquel Aranda, que mientras conversa con nosotros se cubre de los fuertes rayos solares que a mediodía arrecian en contra de la humanidad de las poco más de cien personas que transitan por la feria de abastos de Coquimbo, le interesa la idea. “Es una buena oportunidad, ya que no se andaría con dinero, además que es necesario para quien no tiene efectivo. Yo que compro todos los días cuando hay feria, me serviría”, explica.
El tema de la seguridad es uno de los que más se repite a favor de dar cabida a este procedimiento de cobro. “Cada vez viene más gente joven a comprar, que pagan con puras tarjetas. No usan dinero por seguridad y porque les da lata pasar al cajero automático a sacar plata”, agrega Ricardo Vilches, el dependiente maculino.
Pero así como el resguardo se iza como el mejor de los fundamentos, también hay espacio para las conjeturas, ya que para la clientela más antigua no es tan fácil hacerla cambiar de parecer. Incluso en Macul, la a esta altura “feria modelo” en implementación de tarjetas de crédito, existen reparos y un severo apego al tradicionalismo.
“Persiste la desconfianza, además que los más viejitos prefieren pagar en efectivo”, expresa Vilches.
Pero la excepción a la regla se produce en Coquimbo, donde Adriana Santelices con sus bien llevados 60 años y que con esfuerzo lleva sobre sus muñecas una pesada bolsa azul con naranjas, es partidaria de darle espacio a compras con tarjetas. “Es ideal para quien no tiene plata y también para que no te roben. Se pueden comprar más cosas, cuando el presupuesto es escaso y tiene la comodidad de pagar con posterioridad. Me gustaría venir a comprar sin el dinero de verdad”, nos comenta antes de seguir su rumbo por el área de las verduras.
En todo caso, al igual que las cuantiosas cifras de endeudamiento que hace unos meses fueron dadas a conocer y donde los montos se empinaban por sobre un millón de millones en morosidad en los retailers, la preocupación por aumentar el consumo y asimismo las deudas, no se dejan esperar.
Frederick Hermann es un convencido que no hay mejor antídoto para evitar las deudas que cancelar con efectivo. “La gente que viene a la feria no es de tarjetas, sino que de dinero de verdad y muy limitado. Más vale pagar al contado y de inmediato para no salirse del presupuesto”, cuenta este inmigrante con un marcado acento árabe.Cerca de las dos de la tarde y tras una tranquila jornada ya van quedando pocos. María Cárdenas apila sus duraznos mientras uno de sus hijos le ayuda a subirlos a la camioneta, la decidida Norella ya se fue y Carlos está pronto a llegar a su negocio del centro. Se va otro día, aunque en 48 horas más deberán descargar las frutas y verduras para iniciar un nuevo y rutilante día en el que más allá de saber si les van a pagar en efectivo o no, esperan reunir los pesitos que les servirán para volver a madrugar y a seguir debatiendo sobre la conveniencia de implementar el polémico dinero plástico.

viernes, 22 de agosto de 2008

Máquinas de entretención: Mi dulce condena

La mañana está helada y apenas asoman los rayos del sol. Son las 10 y comienza la cuenta regresiva para ir hasta el negocio más cercano y comprar los alimentos que permitirán servir en un par de horas más el almuerzo. Dentro de esa rutina, que no implica más de 50 pasos, Victoria García, una dueña de casa del sector de Las Compañías en La Serena, tiene una disyuntiva.
Sólo lleva tres mil pesos para comprar dos zanahorias, cuatro huevos y una bebida. El dinero le alcanza, pero hay una inquietud en su mente, ya que hace poco más de cuatro meses que cada vez que va al almacén de la esquina de su casa, echa un par de monedas en un juego en el que debe hacer coincidir su apuesta por una bandera con la que finalmente sale en la imagen de la máquina.
“A veces he llegado a ganar más de 3 mil pesos, los que me sirven para parar la olla”, dice convencida advirtiendo que los días de suerte existen. No obstante, no pasa ni medio segundo cuando sincera, también, que ha llegado a perder todo el vuelto que le ha entregado el dependiente de local donde compró.
Si bien Victoria no lleva tanto tiempo en este círculo de apuestas, desde el año 2005 que las autoridades de la región le vienen haciendo la guerra a este tipo de aparatos que implican, por lo bajo, una evasión tributaria.
Así por lo menos lo dejó en claro el entonces intendente Felipe del Río, quien en un oficio enviado a los altos mandos de Carabineros e Investigaciones, además de los alcaldes de las 15 comunas, estableció que no estaba dispuesto a cederle terreno a este tipo de máquinas que entregan dinero fácil.
La razón radicó en que se trataba de un juego de azar no autorizado legalmente y donde se recaudan sumas importantes de dinero en beneficio propio de los gestores del negocio. Hace tres años, el país había contabilizado más de 10 mil máquinas de apuestas, de las cuales el 4% se encontraba en la región.
No obstante, los esfuerzos no han dado los resultados esperados porque existen aún lugares en la región donde este negocio es un ingreso extra que tienen los pequeños comerciantes. Jessica, que atiende el almacén Anita en Pan de Azúcar, no deja de sorprenderse por la cantidad de personas que se daban cita sagradamente en el lugar cuando llegó el único pintball del sector.
“Acá venían grandes y chicos. Mujeres y hombres. No había distingo de edad, pues para muchos representaba una buena oportunidad de divertirse y, mejor aún, ganar un poco de dinero”, señaló.
A pesar que hoy estén lejos del récord de 30 personas que tuvo dentro del negocio, no falta quien echa una moneda de 100 pesos mientras espera la micro que lo lleva hasta Coquimbo o La Serena. “Ha bajado la concurrencia, pero siempre se aparece alguien”.
Dentro de las anécdotas, cuenta que una vez que una vecina, de quien no desea dar a conocer su identidad, puso la “millonaria” moneda de 100. “Después de haber estado inspirada se fue con 2 mil pesos para su casa. Estaba feliz”.
Esa suerte, en todo caso, es esquiva para muchos, ya que la gran mayoría no logra siquiera recuperar lo apostado. Por ejemplo, Victoria una vez no se dio cuenta de que había ingresado cerca de mil pesos en el juego de las banderas. “Era el vuelto de una compra y no había ganado nada. Tuve que decirle a mi marido que se me había perdido en el camino”, recuerda.
Quienes llevan más tiempo imbuidos en el sistema de apuestas, dicen que hay que saber “tratar” a la máquina. Julio de 8 años, hijo de Victoria, indicó que después de tres juegos es fijo que uno gana, por lo que hay que esperar el momento adecuado. ¿No habrá arreglo en el juego, entonces?
Los dependientes de locales se apresuran a negarlo, porque los distribuidores les entregan con un código de seguridad que no debiese alterarse. Sin embargo, entre los avezados e innatos jugadores, existe la suspicacia.
Mal que mal, un estudio realizado en la Región Metropolitana demostró que en sectores de clase media la pérdida por jugar en este tipo de equipos puede llegar a ser el 10% de un sueldo mínimo, es decir, casi 15 mil pesos diarios. “Yo nunca he perdido tanto”, precisa Victoria.

LA LABOR MUNICIPAL
El conocido dicho “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, cobra relevancia al momento de darse cuenta que un miembro de la familia ha estado yendo a estos centros de juegos que se encuentran regularmente en los negocios de sectores populares. Es así como en la Sección de Partes de la Municipalidad de La Serena, no han sido pocas las ocasiones donde han llegado ofuscados jefes de hogar, quienes increpan al personal de la repartición por entregar patentes y permiso a aquellos negocios que lucran con estos juegos.
El jefe de esta entidad, Luis Lara, es claro en señalar que cualquier juego que implique premios en dinero es absolutamente ilegal. “Nosotros los consideramos como máquinas de azar, por lo que sólo deben estar en los casinos y no en los sectores residenciales”, acotó.
En todo caso, la lucha para erradicar este tipo de artefactos no ha sido fácil, toda vez que representan importantes ingresos para un comerciante menor. Los valores actuales con los que se cotizan en el mercado varían entre los 124 mil y los 250 mil pesos. Si uno supone que diariamente se obtienen recursos de 20 mil pesos promedio, en menos de un año, la inversión ya está recuperada.
Ello ha llevado a los comerciantes a llevar a la justicia a los municipios, pues les están matando la gallina de los huevos de oro. Es así como desde el 2004, cuando aparecieron masivamente en el país, han sido cinco los procesos que ha debido enfrentar la Municipalidad de La Serena, de los cuales han ganado todos. “La clave está en que los demandantes no han podido demostrar que no es un juego de azar y por ende, ilegal”, manifestó Luis Lara.
Eso sí, en caso de que en alguna oportunidad se sentara jurisprudencia en algún tribunal, el jefe de Patentes no dudó en asegurar que se le extenderá el permiso al titular como corresponde.
En Coquimbo, la situación no es tan disímil, pues el año pasado este mismo conflicto se dirimió en tribunales, dándole otra vez la razón a la corporación edilicia.
Actualmente en la ciudad puerto existen 210 locales que congregan 800 de estos juegos. Pero sin dudas, el sector donde mayormente han proliferado es en Tierras Blancas con 45, Sindempart con 28, Tongoy con 16, San Juan con 13, Punta Mira con 13 y Pan de Azúcar con 12.

MANO DURA
Durante tres temporadas (2004, 2005 y 2006) se cursaron en La Serena 109 infracciones por disponer de este tipo de aparatos. No obstante, en los últimos dos años ha existido un descenso de más de un 60%, ya que en 2007 fueron 41 las faltas reportadas y en lo que va del 2008 sólo se contemplan 9. “Acá ha habido un buen plan de prevención y fiscalización en la que se ha tratado de erradicar este tipo de juegos”, señaló Luis Lara, quien reconoce que La Serena está un poco mejor que el resto de las comunas de la región.
En Coquimbo ha costado un poco más hacer patente una postura más férrea ante el tema, pero pronto habrá novedades. Esto porque se tiene contemplado en el seno del Concejo Municipal redactar una ordenanza prohibiendo las máquinas de apuesta.
Mientras tanto, en Las Compañías, la jornada terminó bien para Victoria quien ganó 800 pesos, luego de haber apostado 400. “Más que ganar plata, me entretengo. Sé que es un vicio, pero me gusta”, estipuló mientras se apresura a entrar su casa porque se acerca la hora del almuerzo, contando los minutos para volver a encontrarse con su grupo de juego que reúne a otras cinco dueñas de casa, quienes están lejos de incomodarle estas “cajas malditas”.

viernes, 1 de agosto de 2008

Ludopatía: La peor apuesta


María (65) nunca tuvo mucha suerte con los juegos de azar. Con mucho esfuerzo debió haber sacado un chupete en la rifa de su curso, cuando apenas se empinaba por los nueve años. Después de una vida dedicada por completo a la crianza de sus tres hijas, quiso salir de las paredes de su hogar y poder generar su propio dinero. La separación de su marido, fue la mecha que encendió en su ser la necesidad de poder hacer otras cosas y olvidarse, por lo menos por un instante, de hacer las camas, llevar a las niñas al colegio o tener que lavar.
Partió como muchas postulando a los programas de apoyo que disponen las municipalidades. Si bien sus proyectos lograron ser financiados, ella quería más. Lo suyo iba por el lado del turismo y la gastronomía. La repentina muerte de su esposo, trajo como consecuencia que varios bienes que él mantenía se vendiesen, lo que provocó un excedente de caja que María no estaba dispuesta a desaprovechar. Era, por fin, la gran oportunidad que estaba esperando.
Con los cerca de $10 millones que recibió por la venta de parcelas y residencias, compró un terreno en la caleta del puerto de San Antonio (Región de Valparaíso), donde más tarde emplazaría su negocio de expendio de alimentos. Allí comenzaría su periodo de gloria, pero también, un amargo pasaje que no la deja hasta hoy.
Junto a sus hijas, quienes aún estaban en el colegio, comenzó a preparar diversos platos que los ofrecía a los turistas que llegaban a diario a la zona central. Su privilegiada ubicación le permitió gozar de una clientela fiel y numerosa. Sus hijas, quienes no la dejaban sola ni a sol ni a sombra, acompañaban a su madre por las tardes para atender el restaurant.
En los primeros años, las ganancias superaban los $5 millones mensuales. Todas estaban seguras que le habían “dado con el palo al gato”.
A comienzos del verano del 2000, una bien vestida mujer llegó junto a una amiga a servirse un congrio a la mantequilla, la especialidad de la casa. Allí, María, quien tenía casi la misma edad de las clientas, entabló una conversación que marcaría su ingreso a un oscuro vicio.

… Y CORRIÓ LA BOLITA
El hecho que las mujeres tuvieran una edad similar con María botó de inmediato las barreras naturales de dos personas que nunca se han visto en la vida. Pero algo tenían esas simpáticas damas. Así también lo entendió María.
Ella misma recuerda que mientras se servían un aperitivo, las escuchó hablar de lo bien que les había ido en su visita al casino de Viña del Mar. “Hablaban que habían ganado $300 mil en una sola noche”, asegura.
Como la sangre de empresaria la llevaba en las venas, no dudó en acercarse a la mesa. Mientras miraba a su santo querido por una ventana, San Pedro, su corazón la incitaba a probar suerte. “La primera vez que fui al casino de Viña fue en febrero del 2000. Fui con mis nuevas amigas”, rememora con un dejo de emoción.
Al principio eran todos los sábados, después se sumaron los viernes y los domingos. Pero María no quería detenerse, había ganado mucho dinero y eso la revitalizaba para volver por más.
“Cuando volvía a San Antonio comencé a despreocuparme del restaurant, pensando sólo en los juegos y las apuestas que realizaría al día siguiente”, añadió. Su pasión por el juego la llevó a ir todos los días y amanecerse entre el black jack y el poker. “Se convirtió en mi segundo hogar (…) Estaba más al tanto de lo que le sucedía a mis amigas y el juego, que de mis hijas y la casa”, dijo.

LA CAÍDA
María no puede decir que su negocio es malo. Al contrario, durante los años de bonanza, compró nuevos terrenos. Parcelas de agrado y restaurantes en la exclusiva comuna de Rocas de Santo Domingo, le dieron el sustento monetario para seguir apostando.
Pero la suerte no siempre le sonreía, incluso durante el último tiempo eran más las veces que cruzaba los 117 kilómetros que separan la Ciudad Jardín con el principal puerto de Chile pensando en cómo recuperar lo perdido.
Después de varias temporadas apostando, su negocio junto al mar no andaba bien. Las deudas ya casi lo habían consumido y lo mantenía sólo porque su yerno era el administrador, además que no deja de rememorar en que el recinto fue el único sustento de sus hijas por más de diez años. Pero ella misma reconoce que no le queda mucho, pues ya no puede hacer frente a los compromisos. “El vicio me la ganó, pero deseo cambiar”.

CONDUCTA AUTODESTRUCTIVA
En pleno proceso de adjudicación de tres nuevas licencias de casino para este 2008, los especialistas en cuadros psicológicos han puesto bajo lupa la potencial proliferación de conductas adictivas al juego, cuadro conocido como ludopatía.
Para la psicóloga de la Universidad Andrés Bello, Tirsa Rosales, el riesgo radica en el impulso a apostar sin tener control. “El individuo no puede disfrutar de esta recreación, ya que se convierte en una necesidad compulsiva y progresiva que le ocasiona problemas con su familia, trabajo y finanzas”, explicó.
Tal como María, con la postulación de Casinos Austria de desarrollar un proyecto de recinto de azar en Ovalle, la luz de alerta establece que pueden ser varios quienes pueden explotar esta faceta que tiene un control bastante complejo.
Pero ¿cómo descubrir a un ludópata? La especialista aseguró que esta patología no sólo se puede rastrear cuando las personas tienen cierto poder adquisitivo o bien se valen por sí mismos, sino que también en la infancia y en la adolescencia. Ante ello, para detener la proliferación de este cuadro, Rosales es clara: “Es de vital importancia respetar la restricción de edad para asistir a estos lugares. No debieran ingresar menores de edad ni tampoco trabajar en los casinos”.
No obstante, el problema va más allá. Así como las competencias clandestinas de autos, juegos altamente peligrosos como la ruleta rusa (poner una bala en un revólver y luego dispararse en la cabeza) o practicar deportes extremos, la ludopatía tiene como leit motiv experimentar el riesgo y la adrenalina que genera apostar. “Esto está lejos de tener una relación con ganar dinero, sino que tiene que ver con la sensación de peligro”, indicó Rosales.
Uno de los pocos personeros del Gobierno Regional que dudó dar su apoyo absoluto al proyecto de centro de apuesta en la capital del Limarí, fue el consejero regional José Fernández. La razón, incluso, la dio a conocer el mismo día cuando se votó la entrega de 300 puntos por parte del organismo a la iniciativa privada.
“Acá he visto cómo la ciudad de Ovalle, su alcaldesa y sus representantes se ven tan entusiasmados con la posibilidad de tener un casino que a veces no dimensionan el resto de las externalidades”, señaló en aquella oportunidad.
Y es que dentro de esos factores que no habrían sido tomados en cuenta, se encuentra la ludopatía. Para la autoridad, hay que poner acento a esta enfermedad, pues genera serios trastornos psicológicos y personales.
“La ludopatía es una enfermedad terrible, donde las personas lo pierden todo. No podemos quedarnos de brazos cruzados y tenemos que analizar este tipo de incidencias”, acotó.
Pero el core no sólo se remite a conceptos patológicos, los que profundiza por su raíz profesional ligada al área de la salud como matrón, sino que también al aumento de los índices de robos, proliferación de la delincuencia, tráfico de drogas y prostitución. “Lo ideal es que analicemos el proyecto con todas estas externalidades”, aseveró.
Mientras Ovalle espera expectante la oportunidad de entrar a la larga lista de ciudades beneficiadas con un casino, María tendrá el 29 de agosto del 2009 su prueba de fuego: Ese día se inaugura el casino de San Antonio, que –paradójicamente- se encontrará a 500 metros de su negocio.
“La tentación está, pero tengo que ser fuerte y evitar destruir mi negocio y mi vida”, aseveró, mientras el último turno que trabaja en la construcción del recinto de azar ha guardado las herramientas y la maquinaria para volver al otro día con la esperanza de darle una oportunidad de desarrollo a San Antonio.

LOS SÍNTOMAS
Tal como cualquier enfermedad psicológica, notar que alguien padece de ludopatía no es una tarea fácil. Por ello, la experta de la Universidad Andrés Bello, Tirsa Rosales, extiende unos puntos de referencia para tener en cuenta:
1) Manifiesta una preocupación frecuente por jugar
2) Evidencia la necesidad de aumentar la magnitud y las frecuencias de las apuestas
3) Intenta sin éxito reducir su adición al juego
4) Se muestra inquieto e irascible cuando no apuesta
5) Mitiga sus estados de ánimo jugando
6) Intenta recuperar el dinero perdido
7) Miente para ocultar la prioridad que le asigna al juego
8) Su adicción lo puede llevar a cometer ilícitos

Planta de biodiesel: El lado verde de San Ramón


Cuando Eugenio Munizaga llevaba sólo unas horas de haber asumido su segundo periodo al frente de la Sociedad Agrícola del Norte (SAN), una de las consultas que se le hizo fue si la región estaría en condiciones de aportar a la política de Estado que había propiciado la misma Presidenta Michelle Bachelet para generar biocombustibles y así hacer frente a la escasez de petróleo y su posterior aumento de precio. Su reacción fue inmediata y clara: “No hay una idea concreta, porque estamos en pañales, se necesitan estudios más acabados”, dijo seguro, no sin antes haber reflexionado en silencio en su estrado.
Si bien, desde un comienzo se habló que el primer impulso lo darían los residuos forestales -prueba de ello es la unión de antiguos competidores como el grupo Matte y Angelini- los extensos campos de Chile podrían también aportar con un granito de arena.
En un principio fue la vinaza, residuo del pisco, el que concentró el interés de los investigadores y expertos, quienes visualizaron una potente materia prima para aminorar la escalada de precios y comenzar a sentar un precedente en esta materia.
Asumiendo que la Región de Coquimbo produce el 90% del pisco a nivel nacional, la zona se izaría como uno de los motores de esta nueva proyección. No obstante, y tal como lo dijo Munizaga, la falta de datos y experiencias concretas que patentasen su eficiencia, postergaron su implementación.
Sin embargo, dentro de la generación de biocombustibles no sólo existe una dependencia de productos orgánicos o desechos vegetales, sino que también de los más increíbles residuos que distintas empresas dan de baja. Este es el caso del aceite vegetal y animal. Desechado regularmente por los supermercados, un emprendedor local vio en ellos una fuente de ingresos y también de inversión, pues dentro de sus proyecciones está -en el mediano plazo- reemplazar el uso del petróleo en los automóviles.

EL EJEMPLO PARTE EN… AUTO
Tal como muchos habitantes de la región, Cristián Espinoza había tarjado el día jueves de su calendario. Y no es que fuera supersticioso u obcecado, sino que era tenor de todas las semanas que debía sacar unos pesos de más de sus bolsillos para poder llenar el estanque de gasolina de su vehículo.
Cansado de ver cómo el precio del petróleo no tenía techo, decidió investigar cómo eludir este gasto necesario, pero muy elevado. Realizó algunas averiguaciones, se introdujo en la producción de biocombustibles y cotejo precios de equipos de elaboración.
Con esos antecedentes sobre la mesa, no tuvo más dudas: Era su oportunidad, primero de reajustar a la baja sus gastos en petróleo y segundo, una gran alternativa de negocio.
Consiguió los $15 millones que costaba comprar una planta desde Estados Unidos y traerla a Chile. Nacía así su empresa, GreenOil.
La característica de este centro tecnológico es que utiliza como insumo la grasa que los grandes retailers botan al tacho de la basura. “Las obtengo de los supermercados y realizo un pequeño proceso donde obtengo una alternativa al petróleo”, aseveró Espinoza.
Y vaya que la apuesta sí que es eficiente, pues al mezclarla con etanol y metanol, logra producir entre 5 mil y 6 mil litros mensuales. Es decir, 72.000 litros en un año, lo que equivale a llenar 1.800 estanques de autos.
“Una de mis metas es poder ampliar este beneficio a todos lo vehículos porque son precisamente los automovilistas, quienes más han sufrido con este incremento de los valores del crudo”, manifestó.
Y apara dejar en evidencia que no es aislada esta opción, él hace poco menos de seis meses transita por las calles de la región con biodiesel. “No he tenido ningún problema, he ahorrado y me ha funcionado a la perfección”, agregó este emprendedor.

PIEDRAS EN EL CAMINO
A pesar de tener su centro de operaciones en el sector de San Ramón en Coquimbo y de casi no aguantar las ganas de poder iniciar el proceso de elaboración a nivel industrial, ha tenido que hacer frente a una serie de exigencias que tienen detenido este proyecto. Al consultarle por estos requerimientos, el ánimo de Espinoza se viene rápidamente al suelo.
Dentro de los requisitos se cuenta el de estar inscrito en el listado que ha dispuesto la normativa del Ministerio de Economía y que se refiere al Fomento y la Reconstrucción, publicada en el Diario Oficial el 9 de mayo pasado. En esa instancia se verificarán las características que tiene el producto final y la calidad de los compuestos químicos que utiliza.
“Yo sólo busco un espacio de desarrollo, hay toda una iniciativa detrás que me tiene agobiado y muy desanimado, porque no puedo concretar este trabajo”, señaló este microempresario.
De acuerdo al artículo 15 de la normativa, todas estas propuestas de generación de energía deberán inscribirse en un registro que establezca la Superintendencia de Energía y Combustibles (SEC), para posteriormente clasificarla en áreas.
Pero Cristián Espinoza no apuntar sus dardos hacia esa instancia, sino que a la autoridad sanitaria, pues ha presentado cuatro veces el proyecto definitivo y en todas ha tenido que devolverse a su casa con observaciones o recriminaciones por mandatos no cumplidos.
La seremi de Salud, Anita Bonell, tiene bastante claro el escenario y acotó que existe una serie de dudas en torno a esta idea. El principal tiene que ver con la formación de jabones y glicerina que serían parte de los residuos que dejaría esta planta. “No se sabe en qué recipientes se van a disponer, ni tampoco sabemos si estarán bien almacenados. Nos preocupa bastante cómo será la manipulación”, sentenció la autoridad.
Así también, existen otras conjeturas porque el terreno que arrienda en San Ramón, no cuenta con agua potable ni alcantarillado, lo que impide que el informe sanitario logre el visto bueno de la autoridad. A esa situación, se agrega que para esa zona no está contemplado ningún sistema APR (Agua Potable Rural), por lo que la mayoría de sus “vecinos” accede al vital elemento del canal Bellavista.
“Sin contar con agua potable ni alcantarillado, por norma sanitaria, no podríamos extenderle ningún permiso, además que tampoco nos consta que esté inscrito en el SEC”, aseveró Bonell.
La respuesta de Cristián Espinoza no se deja esperar, pues aludió que varias de este tipo de plantas sí operan con un rango de agua potable limitado en el Norte Grande de Chile. “Yo sólo necesito agua industrial, porque la orientación de mi proyecto va hacia elaborar procesos y ahí no se contempla el agua”, afirmó.
El manto de dudas también se puso sobre su iniciativa, toda vez que San Ramón es la zona agrícola por excelencia junto a Pan de Azúcar de la comuna de Coquimbo, por lo que la instalación ya saca ronchas en algunos empresarios del agro.
“Esperamos que comience a funcionar sólo cuando tenga los permisos y cuando la autoridad haya hecho los estudios correspondientes, pues no nos gustaría que se produjese una contaminación”, estableció un agricultor que prefirió dejar en reserva su identidad para no entrar en controversias.
A pesar de la cantidad de litros que se generarían en la planta, la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) a través de su dirección regional, no incluyó el proyecto dentro del Sistema de Impacto Ambiental, debido a que es de dimensiones y alcances pequeños.
Por esta razón, la autoridad sanitaria ha intensificado el control hacia la propuesta, ya que visualizan un potencial foco de vectores contaminantes (olores y moscas) si no hay un tratamiento integral a los residuos.
“Hemos visto muchas dificultades en la información entregada. Por ejemplo no sabemos cómo será el transporte de la grasa, el bodegaje de una fuente orgánica como los aceites o si éstos son peligrosos, ya que mezclados con el etanol y el metanol, que son inflamables, podrían generar un riesgo por una reacción química”, puntualizó Anita Bonell.

$40 MILLONES A LA ESPERA
Promoviendo las cualidades de la planta que ya se encuentra instalada en una parcela que arrendó hace unos meses, Cristián Espinoza, está seguro de los beneficios que podría traer para el mapa energético de la región contar con un engranaje como el que importó.
Esto porque de consolidar un mercado y propiciar un circuito de clientes y proveedores, está dispuesto a invertir $40 millones para traer un equipo aún más eficiente y poderoso que llegaría a producir entre 50 mil y 60 mil litros cada treinta días. “Sólo quiero comenzar con este negocio, no quiero que me corten las manos antes de empezar”, explicó.
Lo cierto es que mientras no haya cumplimiento, esta idea de generar biodiesel desde la región, sólo se quedará en el intento y tendremos que seguir ajustando nuestros bolsillos a los precios internacionales de los combustibles.

LA DEPENDENCIA DE LOS FÓSILES
El economista Gustavo Mallat no es tan optimista con la introducción de un nuevo concepto de energía. “Si la generación de biocombustibles implica posponer la producción alimenticia, sabiendo que con ello se encarecerán los valores, creo que es un tema para revisar. Yo no sería tan optimista”, dijo. Agregó que la materialización de combustibles fósiles (carbón y petróleo) o naturales inciden en el entorno. “Los fósiles son contaminantes y el biodiesel implica aprovechamiento de bosques vírgenes y selva tropical. Además, hay que tomar en cuenta la decisión de prescindir de este tipo de energía, yo no estaría tan seguro que vaya ser tan fácil desprenderse del petróleo o el carbón”, precisó.

Casino: una duda existencial

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El sueño se aleja como un as de póker