
A inicios del siglo XXI, casi no existían casas que no tuviesen una chimenea como aliado para paliar las bajas temperaturas que venían de la mano con el periodo invernal. Los materiales utilizados para la edificación de las viviendas, especialmente el abobe y la madera, relativizaban la calefacción al lugar del país donde se viviera. Sin embargo, en cualquiera de ellos, esta estructura humeante lograba el objetivo para el cual había sido creada.
Con el paso de las décadas, la chimenea se convirtió en una suerte de adorno con la llegada al mercado de alternativas para mantener el calor, tales como los braseros y posteriormente las estufas a parafina, gas y electricidad. Asimismo, el aislamiento y la calefacción de las nuevas edificaciones confabularon para prescindir de ellas como objeto de primera necesidad.
Hoy en día su uso se zonificó en los sectores más acomodados (ABC1 y C2), las que la poseen a nivel nacional en un 54%. Esto puso en una encrucijada a las autoridades, toda vez que están al tanto de que un uso inadecuado puede generar un alto grado de material particulado en el aire.
Y si contextualizamos su incremento de uso al periodo de julio y agosto, donde se producen históricamente las mayores precipitaciones y también los fríos más intensos, han surgido voces ciudadanas que temen que los limpios cielos de la región se vean empañados por una mayor actividad de combustión.
No obstante, tampoco hay que olvidar la condición climática que nos rige y que habla de buenas vías de ventilación, lo que mermaría los efectos, gracias a los vientos provenientes del mar, los que dispersarían los agentes patógenos. Eso sí, esa misma realidad no se hace extensiva a todos los sectores. Uno de los casos más emblemáticos es en barrios ubicados en altura como San Joaquín o El Milagro y donde su emplazamiento más alto, ayudaría a retener los fluidos.
Con el paso de las décadas, la chimenea se convirtió en una suerte de adorno con la llegada al mercado de alternativas para mantener el calor, tales como los braseros y posteriormente las estufas a parafina, gas y electricidad. Asimismo, el aislamiento y la calefacción de las nuevas edificaciones confabularon para prescindir de ellas como objeto de primera necesidad.
Hoy en día su uso se zonificó en los sectores más acomodados (ABC1 y C2), las que la poseen a nivel nacional en un 54%. Esto puso en una encrucijada a las autoridades, toda vez que están al tanto de que un uso inadecuado puede generar un alto grado de material particulado en el aire.
Y si contextualizamos su incremento de uso al periodo de julio y agosto, donde se producen históricamente las mayores precipitaciones y también los fríos más intensos, han surgido voces ciudadanas que temen que los limpios cielos de la región se vean empañados por una mayor actividad de combustión.
No obstante, tampoco hay que olvidar la condición climática que nos rige y que habla de buenas vías de ventilación, lo que mermaría los efectos, gracias a los vientos provenientes del mar, los que dispersarían los agentes patógenos. Eso sí, esa misma realidad no se hace extensiva a todos los sectores. Uno de los casos más emblemáticos es en barrios ubicados en altura como San Joaquín o El Milagro y donde su emplazamiento más alto, ayudaría a retener los fluidos.
SAN JOAQUÍN EN OBSERVACIÓN
De acuerdo a las estimaciones que han hecho expertos del Centro de Nacional de Medio Ambiente (CENMA), la zona céntrica de La Serena no tendría mayores inconvenientes, porque estarían bajo un área de protección costera que esparciría el material particulado, mitigando su efecto nocivo en las personas.
Si bien el meteorólogo Claudio Cortes, reconoce que las chimeneas provocan altas dosis de contaminación, es muy poco factible que en La Serena se produzca una incidencia considerable. “No lo veo probable, porque las condiciones de ventilación en La Serena son muy buenas. Los vientos provenientes del océano realizan un efecto disipador que merma las potenciales consecuencias dañinas para el organismo”, precisó este experto en Modelación del Laboratorio de Meteorología y Análisis Atmosférico del CENMA.
El director regional (s) de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA), Christian Peralta, coincide con Cortes, pues la dispersión del humo es bastante alta. “En caso de que se midiera la contaminación de las chimeneas, ésta no superaría la norma”, aseveró.
Eso sí, hizo saber que en zonas elevadas podría ocurrir otro tipo de fenómeno, ya que al estar situadas sobre el nivel del mar, los gases tenderían a subir, aunque al mismo tiempo a estacionarse también. “Lugares como San Joaquín, que se encuentra ubicados en altura, podrían registrar leves estacionamientos en sus emisiones”, indicó.
Esta luz de alerta para uno de los espacios urbanos más acomodados de la región, encuentra relación, debido a la gran cantidad de chimeneas que existen. En todo caso, una de las dudas es efectivamente si utilizan para calefaccionar el hogar o sólo posee una orientación ornamental.
Un habitante del barrio, quien prefirió mantener bajo reserva su identidad, aseveró que el margen de uso es bastante marginal, porque si bien la mayoría de estos conductos estaba habilitado, el índice de manejo apenas se empinaba por el 20%.
“Las chimeneas se usan como adorno, porque les da un toque arquitectónico, pero hay que hacer la salvedad de que todas estas casas, las que son de más de 4 mil UF, se les puede instalar un sistema de calefacción”, sentenció.
PELIGRO EN EL VALLE
Una realidad diametralmente opuesta es la que se vive al interior de la región. Valles fecundos en vegetación y colores son “adecuados” para mantener viva una fuente contaminante, aunque es un factor natural el que se queda con el mayor protagonismo: La Cordillera de la Costa. Esto porque a este cordón montañoso se le sindica como el responsable de propiciar este escenario de vulnerabilidad.
“Hay que reconocer que en los lugares interiores habría problemas si se incrementara la ocupación de chimeneas, ya que la Cordillera de la Costa tapa el flujo de vientos que se originan en las zonas contiguas al mar”, aseveró Claudio Cortes.
No es casual que en zonas alejadas donde se encarece el transporte de otros insumos energéticos como el gas o la electricidad, la leña, adquiera un protagonismo esencial. Ello más aún si es que establece en una tabla de valores, donde su costo es 5,4 veces menor que la calefacción eléctrica y 4,7 veces más económica que el gas.
Cortés agregó que los patrones culturales iban a ser los principales obstáculos a doblar, porque existe una “institucionalidad” del uso de este recurso. “Es un elemento que se implementa para uso combustible y que, además, se obtiene de manera gratuita en la calle”, señaló el meteorólogo.
FRONTERA URBANA
“Valparaíso sufre de problemas con el material particulado que se estaciona en el aire y termina siendo respirado por sus habitantes”. La afirmación anterior no obedece a problemas un problema de redacción o recopilación de datos, sino que a una realidad que toca a varias ciudades costeras que tienen como principal enemigo a su propio ordenamiento urbano, argumento que es avalado por el CENMA.
No es apresurado hacer un diagnóstico al respecto, pues resulta evidente que Valparaíso, debido al entorno que cubre su casco histórico, hace posible un “encasillamiento” de los altos edificios, los que se encuentran instalados de forma paralela a la franja marina.
“Con respecto a la situación de Valparaíso, hay que hacer un análisis más adecuado, pues por el simple hecho de ser una ciudad emplazada a orilla de mar, no implica un abandono de los efectos de los gases contaminantes”, advirtió Claudio Cortes.
RECOMENDACIONES
Los expertos han establecido una serie de recomendaciones para cuando se requiera de una chimenea. Esto porque habitualmente se desconoce que la leña mojada emana un 50% más de humo nocivo que una seca. Ante ello se establece como prioridad instalar el tubo a lo menos 1,5 metros de altura por sobre el techo para no “ensuciar” el ambiente cercano a las personas. También se debe poner atención para no atochar el espacio de combustión, además, de mantener siempre limpio el conducto, pues la acumulación de hollín transmite impurezas al humo. Por último siempre tener presente que para avivar el fuego se debe disponer de papel y jamás de ceras o parafinas.