
Si bien la hambruna, la escasez, la pobreza y las enfermedades no hacían excepción con ningún país del Viejo Continente, el cariz rural del estado luso hizo que la autosuficiencia y el autosustento mermara las carencias propias de la época.
Sin embargo, Portugal no quedaría al margen de los acontecimientos más importantes de la primera quincena del siglo XX, especialmente aquellos relacionados con la espiritualidad. Fue así como tres niños de la escondida y modesta localidad de Fátima ubicada a 107 kilómetros al norte de la capital Lisboa, serán testigos de uno de los hechos católicos más significativos del último siglo.
No era raro ver a Lucía Santos y sus primos, los hermanos Francisco y Jacinta Marto, pastorear junto a sus rebaños de ovejas por los verdes y pedregosos parajes de Fátima durante los soleados días de la primavera europea.
Y fue precisamente esa casualidad o esa elección de ir justo a su lugar favorito en el momento indicado, los montes de Aljustrel, donde la vida de estos tres pastorcillos cambiaría para siempre.
El 13 de mayo de 1916 en un campo cercano llamado Loca do Cabeco (Lugar de Cabeza) y la Cova da Iria (Ensenada de Irene), una extraña mensajera haría patente el deseo de hablar con los menores.
Eran cerca de las 10 de la mañana y mientras llovía profusamente, algo inusual para la fecha y más aún conociendo el clima meditarráneo de Portugal, un ángel celestial se les aparece a los pastorcitos, quienes impresionados le oyen decir: ”No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo”.
Según los relatos posteriores de Lucía, la mayor del grupo, y sus primos Francisco y Jacinta, la sensación que los invadió una vez que hicieron contacto con el ente divino, fue de una felicidad interna, de gozo y tranquilidad y lejos de sentirse prisioneros de sus emociones, lograron infundirse expansión y libertad.
La propia Lucía Santos, quien escribió un libro llamado Lucia Racconta Fatima, publicado el 12 de septiembre de 1932, precisó acerca de la visitante que “sus palabras se sumieron tan profundamente en nuestras mentes que nunca las olvidamos, hasta el punto en que pasábamos largos ratos de rodillas repitiéndolas, a veces hasta que nos caíamos exhaustos”.
La segunda aparición de este enviado de Dios se produjo el mismo año, pero esta vez en verano. Hacía calor y los primos estaban en el jardín cerca del pozo de detrás de la casa de Lucía en Aljustrel.
El Mensajero les replicó el hecho de que no estuvieran rezando, pues adujo que “los corazones de Jesús y María tienen designios misericordiosos para ustedes. Deben ofrecer sus oraciones y sacrificios al Señor, el Altísimo”.
La mayor de los primos, Lucía, fue sin duda quien captó de mejor manera los mensajes del ente, ya que Francisco sólo podía ver la imagen, pero no escucharla, en tanto Jacinta, debido a su corta edad era incapaz de asimilar, a pesar de entender las palabras.
La propia Lucía Santos rescata en su texto el segundo encuentro: “Las palabras del ángel se sumieron en lo profundo de nuestras almas como llamas ardientes, mostrándonos quién es Dios, cuál es su amor por nosotros y cómo Él quiere que nosotros le amemos también. El valor del sacrificio y cuanto le agrada, cómo lo recibe para la conversión de los pecadores. Es por eso que a partir de ese momento comenzamos a ofrecerle aquello que nos mortificaba”.
Si bien la tercera y última aparición no se tiene una certeza de la fecha, se estipula que se produjo entre fines de septiembre y principios de octubre, aunque se ha dejado en claro que fue la más relevante por el contenido que le fue revelado a Lucía, Jacinta y Francisco.
Los niños se encontraba rezando en Cabeco cuando una potente luz brilló sobre sus cuerpos. De inmediato levantan sus cabezas y ven al ángel que tiene en su mano izquierda un cáliz y sobre él, en el aire, una hostia de donde caían gotas de sangre.
Luego de rezar unas oraciones, el espectro se levantó y tomó en sus manos la hostia, la que finalmente se la dio a Lucía, y luego el cáliz, cuyo contenido se los dio a los otros dos.
Fue de esta forma en la que fueron catequizados en oración, sufrimiento por reparación y en la doctrina de la Santa Eucaristía. Fortalecidos por el Pan de Ángeles que los niños de Fátima fueron preparados para la visita de la Reina de Portugal, la Inmaculada Virgen María.
Las Profecías de Fátima
No sólo a la historia del catolicismo pasaron las tres apariciones de la Virgen de Fátima ante los tres pastorcitos portugueses, sino que el misterio que rodea los antecedentes entregados por la enviada de Dios. De acuerdo a lo aseverado por la Iglesia, habrían sido tres las profecías que se habrían proyectado y que se dieron a conocer a los fieles en 1941.
La primera de ellas tuvo que ver con la epidemia de gripe que azotó a Europa en 1918 y que quitó la vida a millones de personas, entre las que se encontraron los hermanos Francisco y Jacinta Marto. Sí, los mismos que vieron a la Virgen y que recibieron el contenido del cáliz en el último encuentro.
El segundo misterio se contextualiza con la belicosidad del hombre y el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945). Allí más de 10 millones de humanos murieron en los enfrentamientos y los métodos de exterminio.
No obstante a que eran tres los secretos o profecías que la Virgen de Fátima había elaborado para el mundo mediante los tres niños portugueses, el último no ha querido ser dado a conocer por el contenido que tendría éste.
A tal ha llegado la obstinación de la cúpula del catolicismo que cuando en 1960, el Papa Juan XXIII abrió y leyó el contenido de mismo, quedó tan asombrado que lo mandó inmediatamente a guardar bajo llave y con estricta prohibición que se hiciera público. Tres años más tarde el Sumo Pontífice moría en extrañas circunstancias en su habitación de la Basílica de San Pedro en El Vaticano.
Durante cuarenta años el mundo debió conformarse con ignorar qué decía el tercer misterio de Fátima. Tanta fue la presión por saberlo que el año 2000, el propio Juan Pablo II señaló que la tercera profecía no era más que el atentado que sufrió él mismo el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro, luego de que un turco llamado Alí Agca, miembro del grupo extremista “Los Lobos Grises”, lo hiriera con un arma de fuego en el vientre y la mano izquierda.
Casualidad o no, lo cierto es que el atentado del Papa Viajero fue exactamente 65 años después de que la enviada de Dios hiciera el primer contacto con Lucía, Francisco y Jacinta.
A pesar de que la Iglesia Católica ya cerró el capítulo de los secretos de Fátima, han surgido dudas con respecto a si se estaría en presencia de la verdad por parte de la institución cristiana.
Ello porque no son pocos quienes especulan que habrá un fuerte decaimiento de la fe católica y el desmoronamiento de lo que se entiende por Iglesia Católica. Prueba de ello han sido los trabajos audiovisuales de distintos realizadores y productores que establecen que Jesús habría tenido familia junto a María Magdalena (“La Última Pasión de Cristo”, “El Evangelio según Judas” y “La Tumba de Jesús”).
Ante ello el clero no ha quedado ajeno y el entonces cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, sentenció que “hay peligros que amenazan la fe y la vida del cristiano, y por lo tanto del mundo. Y entonces la importancia del 'novissimi' (los últimos acontecimientos a fines de tiempo)”.
Especulaciones hay muchas, lo cierto es que los misterios de Fátima, esos que fueron entregados por la Virgen María a tres humildes pastorcitos de Portugal en 1916, han sido una constante de debate en todos los ámbitos y lo seguirán siendo pues la única que podría haberlo dilucidado era precisamente quien los recibió: Lucía de Jesús Santos. Lamentablemente, ella murió en febrero del 2005 en una congregación de Coimbra en Portugal a los 97 años.