jueves, 5 de febrero de 2009

La resurrección de los canelos de El Bato


Fue una de las polémicas que se perpetuó en los corazones de los illapelinos. Y es que trastoca sus conciencias, especialmente porque el remedio causó una contraindicación que aún pena en los ambientalistas y audaces visitantes que se internaban en el bosque de canelos de El Bato. Sí, el mismo que lleva el nombre del embalse que dará seguridad a más de mil pequeños agricultores y sustento de riego a 4.130 hectáreas.
No obstante, hace unos días, la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) selló un convenio con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) para relocalizar el otrora frondoso boscaje que tenía 20 hectáreas de superficie y donde su condición de relicto, es decir, que mantiene la genética de miles de año, lo hacían un tesoro invaluable para la humanidad.
Sin embargo, esta historia tiene su génesis el 22 de noviembre de 1999 cuando el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ingresó un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para materializar un centro de almacenaje de 25,5 millones de m3 que permitiría dar una lucha más enconada contra la desertificación en la capital del Choapa.
Tomando en cuenta la localización estratégica del bosque, a los pies del río Illapel, su permanencia era impedimento para el emplazamiento de losas, cortinas y murallas impermeabilizadoras que darían forma al tranque. Por ello, dentro del EIA que debió realizar el MOP se contemplaron medidas de mitigación donde uno de los acuerdos más relevantes tuvo que ver con reposicionar estas especies.
Pero la situación no fue fácil, pues el rechazo no tardó en llegar. Fue la Coordinadora Ambiental de la Región de Coquimbo y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), quienes se opusieron tenazmente a perder este paraíso verde de nombre científico Drimys winteri.
Para ello, adujeron irregularidades en el proceso de presentación de los antecedentes, pues dentro de él no sólo se contemplaba la pérdida del ecosistema, sino que también se hacían restrictivos los beneficios de uso de agua, puesto que con la posterior concesión del embalse, el vital elemento podría triplicar su precio actual, haciendo prohibitiva su utilización. A la organización ambientalista se le sumó el SAG, CONAF y la propia dirección regional de la Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama).
Para hacer más valedera la posición, OLCA decidió recurrir a la Corte de Apelaciones de La Serena para interponer un recurso de protección que fue acogido a trámite en primera instancia, no obstante, fue rechazado posteriormente. Después de ello, los reclamos fueron a dar hasta la misma Conama nacional.
En todo caso, cada vez que fueron consultados sobre su posición, los ambientalistas jamás dijeron estar en contra del proyecto de tranque, sino que sólo advertían que el cuidado del entorno y especialmente de este centro genético natural era de vital relevancia, pues no sólo había milenarios canelos, sino que lo acompañaban otras especies relictas como arrayanes, chiquenes, lumas, guayacanes y algarrobos.
Fue así como el 30 de octubre del 2000 y tras casi un año de tratativas, la Comisión Regional de Medio Ambiente (COREMA) decide aprobar el proyecto que en ese instante superaba los US$35 millones (hoy ya está en US$50 millones).

EL TRASLADO SE HACE SÍ O SÍ
La actual seremi de Obras Públicas de la Región de Atacama y ex directora regional de la DOH durante 16 años, Mirtha Meléndez, recuerda la animadversión que había contra la iniciativa, toda vez que la sensibilidad por los canelos era evidente, pues los illapelinos lo consideraban un lugar de esparcimiento, encuentro y característico de la comuna.
“Si nos remontamos antes del 2000, este proyecto fue polémico porque el embalse inundaba el bosque El Bato. Por ello debimos esforzarnos aún más para presentar medidas de mitigación, compensaciones y reparaciones”, recuerda la profesional.
Por ello, una de las primeras acciones fue contactarse con un organismo técnico como CONAF, que además de su pertinencia en el área, había planteado reparos al EIA presentado por el MOP a la Corema. Fueron los profesionales de la repartición quienes recomendaron los primeros acercamientos con el centro regional Intihuasi del INIA, de manera de buscar la preservación del árbol. Se daban así los primeros pasos para la sobrevivencia de los relictos.
La coordinación de la comisión ejecutora del traslado sería el botánico del INIA, Pedro León, quien hoy en día y tras nueve años de investigación, se muestra satisfecho por mantener vigente a una especie que contiene en su genética miles de años de historia.
“Es relevante rescatar las poblaciones de canelos porque dentro del rango de distribución, son las que se ubican más al norte de Chile. Por ende, es vital salvaguardar esta diversidad genética que no está más allá de nuestras fronteras”, precisa.
Actualmente el INIA ha rescatado cerca de 3 mil semillas de canelos que se encuentran en su centro de germoplasma que permitirá “perpetuar su existencia”. Carlos Quiroz, director regional del INIA, asegura que se guarda un tesoro. “Estos canelos son únicos, son relicto de lo que hubo hace miles de años y que soportaron cambios en sus condiciones de humedad y temperatura (…) Esto permite que persistan en el tiempo y, quizás en 20 años más nuevas generaciones puedan forestar otros lugares con estas semillas”, dice confiado.
Pero no fue hasta el viernes 30 de enero cuando el Ministerio de Obras Públicas y el Ministerio de Agricultura, a través de la Dirección de Obras Hidráulicas y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias respectivamente, sellaron el acuerdo que permite dar un nuevo respiro a los canelos.
“Como Estado estamos dando señal que cumplimos con las medidas que se nos solicitó, además que este convenio permite la conservación de especies valiosísimas”, señaló Mirtha Meléndez.
Por su parte Carlos Quiroz no quiso ser menos y aprovechó de enfatizar que las especies se mantendrán vivas. “Sacaremos las estructuras reproductivas para llevarlas a viverizar para que se mantengan vivas y se desarrollen. Después, se trasladan hasta donde quedarán de manera definitiva para así mantener las condiciones ecológicas que tenían en un principio”, indica.

HUINTIL VUELVE AL RUEDO
Si bien la intención de OLCA y de algunos organismos asociados era interponer un recurso de apelación a la Corte Suprema, nada cambió el veredicto de la Corema, dando luz verde a una obra que no estuvo exenta de polémicas (ver recuadro).
Y es que desde la presentación a la comunidad y al Sistema de Impacto Ambiental del tranque de Illapel, hoy El Bato, los entes sociales propusieron su emplazamiento en el sector de Huintil, ubicado unos kilómetros más abajo de la actual cortina. Esto porque si bien contaba con algunas hectáreas de canelos, éstas eran ínfimas comparados las existentes aguas arriba. Eso sí, el MOP rechazó tajantemente esa alternativa, ya que implicaría un mayor desembolso, en primera instancia, para la cartera, y posteriormente para los concesionarios.
Por ende, la mitigación focalizada en la restauración del bosque relicto en otro sitio fue la única salida para dar comienzo a las obras.
Nueve años después y habiéndose firmado el convenio entre la DOH y el INIA la comisión ejecutora de la reposición del bosque, determinó que Huintil, era el mejor sitio para comenzar con la forestación. “Efectivamente el sector elegido es el de Huintil que queda un poco más abajo donde quedará la cortina. El lugar tiene una cuenca de agua subsuperficial, por lo que es un sitio ideal para la restauración”, sentencia Carlos Quiroz.
Pero la restauración no sólo trae aparejado la plantación de canelos, sino que también de aquellas especies que acompañaron por siglos a estos árboles. “Si bien el convenio con la DOH se enmarca sólo en el canelo, hay otras especies que debemos analizar su abundancia y potencial genética. Creemos que una de ellas será el arrayán”, confirma Pedro León.
Lo cierto es que este esfuerzo, nuevamente levantará un espacio verde abierto para los illapelinos, de manera de revivir aquellos pasajes que fueron testigos privilegiados de la historia de este comuna que, tras la finalización de las obras de El Bato, pasará a estar cientos de metros bajo agua, aunque su imponente figura e imagen frondosa quedará de manera imborrable en los recuerdos de quienes lo conocieron.

QUIEBRAS Y RETRASOS
La materialización del tranque El Bato no ha sido fácil. Al rechazo por la inundación de las 20 hectáreas que albergaban el bosque de canelos, se sumó una serie de retrasos en el inicio de las obras, lo que supuso una maldición. La empresa que se adjudicó la licitación fue Mendes Junior, la que a poco andar, tuvo que declararse en quiebra, lo que retrasó en varios meses la construcción, debiendo llamar nuevamente a un proceso licitatorio. Pero eso no era todo, porque después de ese impasse tributario no se supo definir bajo qué normativa se regiría el embalse, si la antigua 1.123 o la moderna ley de concesiones. Fue el propio Presidente Ricardo Lagos quien tuvo que dirimir el asunto imponiendo la ley 1.123 como la ganadora. Después de tanta problemática administrativa fue el 15 de julio de 2007 cuando el consorcio Besalco y Ferrovial Agroman comenzó a remover el terreno de este centro de almacenaje hídrico que lleva más del 70% de avance y espera ser inaugurado en diciembre por la Presidenta Michelle Bachelet.

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